"Jesús, acuérdate de mí cuando vengas. con tu Reino".
Jesús le dijo: "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso".
(Le. 23, 42-43)
El gran proyecto de nuestra vida, es el de la Asunción de María, de asimilar con la fe lo que pasa con nuestra Madre. Hay que tomar conciencia que ese es el destino que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros, sus hijos: Cualquier otro proyecto de vida es un mal proyecto.
El Papa Pío XII (1876-1958) definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica, el dogma de la Asunción de María. Es la última verdad de fe defmida solemnemente en la iglesia: " ... para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, ... y con la nuestra, pronunciamos,
declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
"El cielo es la llegada de nuestro crecimiento total, en que viviremos
totalmente inmersos y llenos de Dios. Nuestro ser será un vaso limpio, lleno de amor puro. Nuestros ojos contemplarán de forma inacabable la bondad y la verdad de Dios. Yeso con una plenitud de gozo y de paz, que no se parece a nada de lo que hayamos podido vivir antes" .
Según el punto de vista de san Germán de Constantinopla, (635- 722): "Tú, según está escrito, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo él santo, todo él casto, todo él morada de Dios, todo lo cual hace que esté exento de disolverse y convertirse en polvo, y que, sin perder su condición
humana, sea transformado en cuerpo celestial e incorruptible, lleno de vida y sobremanera glorioso, incólume y partícipe de la vida perfecta."
San Juan Damasceno, (675 - 749) afirma: "Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que aquella que había visto a su hijo en la cruz lo contemplara sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por toda criatura como Madre y esclava de Dios" .
Tenemos vocación de cielo no de muerte. De resurrección y de glorificación. María nos ha precedido y enseñado cual es nuestro destino si sabemos imitarla.
Recopilación y comentario
P. Francisco Domingo