LA MAYOR POBREZA ES QUEDARSE SIN ALMA

San Lucas en el Evangelio de hoy empieza con una invitación de Jesús a sacudir el miedo que no nos deja crecer y a enfrentar la vida con la confianza puesta en el Dios que nos ama y nos da su Reino. "No temas, rebañito mío, porque su Padre tuvo a bien darles parte de su Reino."
Estas palabras tiernas de Jesús son preferidas de San Lucas quien escribió para una comunidad de pobres, consciente de su pequeñez e impotencia frente a los poderosos de su tiempo, como los de siempre, pero fortalecida con el amor de Dios que la conducía hacia una dignidad maltratada.
La vida hoy, nos lleva a que vivamos con miedo a perder, a ser derrotados. A
que nos convirtamos en seres individualistas, mezquinos y egoístas, lobos los unos para los otros. La situación de la gente en el tiempo de Jesús y la de las primeras comunidades cristianas, para las cuales Lucas escribió su Evangelio,
era muy dificil. La pobreza extrema.
Su afán de lucro y acumulación de bienes, de libertinaje, no se ha traducido en felicidad; por el contrario, ha aumentado más su sed insaciable de tener más y más.
Con este fin ha sacrificado todos los valores, (a veces a Dios, con aborto, sin familia, sin amor, sin convivencia feliz y hasta matar vidas) por los centros comerciales, que son imagen de la vida actual, todo se compra y se vende si hay dinero, y eso es la felicidad.


En el mundo de hoy los hombres explotan, invaden, declaran guerras, trafican y desplazan personas, transnacionales más poderosas que los estados, destruyen la vida. Se adueñan de grandes extensiones de tierra, logran grandes capitales, construyen imperios económicos, pero no son felices; porque el poseer y el consumir egoísta no da la felicidad.
Por el contrario, produce ansiedad, depresión, neurosis, vacío, injusticias,
terrorismo, más miedo, más dolor para todos y a veces desesperación y
suicidio. Un hombre sin alma, sin conciencia, materialista, sin amor a los demás, sin principios, sin Dios, se queda vacío, vacío. Pero se cree libre.

Necesitamos mantener la cintura ceñida y las lámparas encendidas. (v. 35). Necesitamos esperanza. Hay referencia al momento en que los israelitas salieron de Egipto y emprendieron la gran aventura dudosa de conseguir la libertad y no ser mas esclavos de los egipcios: "Y comerán así: Con el traje puesto, las sandalias en los pies y el bastón en la mano.
Ustedes no se demorarán en comerlo: es una pascua en honor a Yahvé" (Ex
12,11). Enfrentar la vida con la serenidad de un rebaño cuidado por un Buen Pastor y la felicidad de un hijo que se sabe en los brazos de su madre.
No basta mi felicidad. Ni que los míos sean felices. Hay que regalar esperanza y felicidad humana y cristiana como Jesucristo hacía, a los pequeños, a los desheredados. Eso es ser cristiano.

Por: P. Francisco Domingo