PALABRA REVELADA: PALABRA ESCRITA Y PALABRA HABLADA I Parte

PALABRA REVELADA: PALABRA ESCRITA Y PALABRA HABLADA CON EL MAGISTERIO DE DIOS DE LA IGLESIA


Es necesario tener en cuenta que la Palabra Revelada es doble, una escrita, la Biblia y otra hablada la Tradición. Vienen de la misma fuente: El Espíritu Santo. Y lo interpreta el Magisterio de la Iglesia ayudado del mismo Espíritu Santo, que no nos deja engañar ni engañarnos.
"Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientisimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que juntos, cada uno a su modo, bajo la acción de un único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas", D. V. 10.
No todo lo que dijo e hizo Jesucristo está escrito, mucho se nos comunicó en la palabra, le llamamos Tradición: Juan 21, 25: "Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran".

NATURALEZA y OBJETO DE LA REVELACIÓN.
Quiso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad (d. Ef., 1, 9), mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina (cf. Ef., 2, 18; 1 Pe., 1, 4).
Así, pues, por esta revelación Dios invisible (d. Col., 1, 15; 1 Tim., 1,
17), movido por su gran amor, habla a los hombres como amigos (d. Ex., 33,11; Jn., 15, 14-15) Y trata con ellos (d. Bar., 3, 38), para invitarlos y recibirlos a la comunión con El.
Este plan de la revelación se realiza con palabras y hechos intrínsecamente
conexos entre sí, de modo que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen
el misterio contenido en ellas.
Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación.

CRISTO, CULMEN DE LA REVELACIÓN.
Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas,
"últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo" (Heb. 1, 1-2), pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios (Cf. Jn., 1, 1-18); Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, "hombre enviado a los hombres", "habla palabras de Dios" (Jn. 3, 34) Y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió (d.Jn. 5, 36; 17,4).
Por tanto, Jesucristo -ver al cual es ver al Padre (d. Jn., 14, 9),- con toda su presencia y manifestación de sí mismo, con sus palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y res urrección gloriosa de entre los
muertos, con el envío, finalmente, del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con testimonio divino que Dios está con nosotros para
librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna. La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva nunca pasará, o hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo.




Recopilacion y Comentario: P. Francisco Domingo