Cediendo a la vez a los impulsos de su corazón y a la miseria de estos pequeños abandonados, las Damas comprenden que solamente su generosidad puede aliviar y suprimir esta miseria.
Como el número de niños iba en aumento, dispone en 1647 del castillo de Bicétre, en 1649 utiliza el Hospicio de los Reclusos.
A nuestras primeras Hermanas, en la Conferencia del 07 de Diciembre de 1643, exalta esta misión de caridad, sabe que las dificultades para ocuparse de estos pequeños no les faltan: "Es un trabajo duro, cierto, hijas mías", les dice, pero "este trabajo es motivo de agradar mucho a Dios".
A pesar de las dificultades, "es necesario tener gran cuidado de estos pequeños. Solamente el amor de Dios, impulsa a las Hijas de la Caridad a ocuparse de estos niños"... "serán servicios hechos en sus personas a la santa infancia de nuestro Señor" ... "deben orientarlos en la piedad y en la rectitud, de manera que lleguen a ser hombres honrados y buenos cristianos". Además tendrán el honor de educar a los "hijos de Dios" y de "estimarse sus madres". ASÍ, va avanzando la obra del Señor, en el paso a paso de su Providencia.
Hoy, como ayer, Vicente de Paúl, nos pide atender a los niños abandonados, o a los que están "expósitos" (expuestos) a tanto peligro moral y maldad, incluso por personas dentro de su propio hogar.
Esta Obra continúa siendo prioridad en nuestra Hermanas en el Perú.
Actualmente los atendemos en el Hogar de Niñas "Santa Rosa" de Lamay - Cuzco, en la Escuela Taller "Miranda" en Puno y en el Hogar "La Aurora", de Lurin. "Las cosas de Dios se hacen por sí mismas". "Dios es amor y quiere que se vaya a Él por amor." (San Vicente de Paúl).
Por: Sor Celia Serquén