El Evangelio del domingo de hoy, es de la Anunciación, porque es la primera vez que se manifiesta con claridad el misterio de la Trinidad. Esa comunidad de tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Es una comunidad de amor, modelo de cómo debemos ser también nosotros. Es comunión. Es amor mutuo.
No es soledad, es compañía
Es un hogar tu vida eterna,
Es el amor que se desborda
De un mar inmenso sin riberas.
Si quieres intentar explicar el misterio de la Trinidad: El sol es Dios Padre. El sol nos envía sus rayos, que son el Hijo. Y del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo, el calor. También Dios es como el trébol: esa ramita con tres hojitas, S. Patricio (387-461 después de Cristo). Un pintor ruso del siglo XV, Andrei Rublëv, monje ortodoxo, pintó un cuadro titulado “Trinidad” (pintada probablemente entre 1422 y 1428). En él aparecen tres jóvenes vestidos con túnicas parecidas, que conversan sentados en círculo.
Génesis 1,26: ¨ Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra». Un solo Dios pero Dios es comunidad. Así hemos sido creados.
Padre, en tu gracia y tu ternura,
La paz, el gozo y la belleza,
Danos ser hijos en el Hijo,
Hermanos todos en tu Espíritu.
El mensaje del día de hoy es primero que Dios es un misterio, un misterio de amor y un amor misterioso y el segundo mensaje es que Dios nos crea por amor y para amar, es la misión del ser humano, del bautizado, de la iglesia. Si no hay comunidad no hay iglesia.
Un mundo pero muchas personas, una ciudad pero multitud de personas, una familia pero muchas personas, pero en todas las realidades la unidad en la pluralidad, un solo corazón, una sola alma. No hay cristianismo, ni iglesia sin unión, sin amor.
Efesios 4, 5-6: Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
Un mundo sin amor es un mundo que Dios no quiere. Nos quiere una comunidad que tiene fe, que reza, que ama. La iglesia es eso. La misma fe, la misma oración, la misma vida. Una comunidad eclesial y muchos creyentes. Donde no hay amor allí no está Dios.
P. FRANCISCO DOMINGO
La revista número 54 es rica para compartir celebraciones. El día 13 de mayo, Fátima. El día 16, la Ascensión del Señor, el 23 Pentecostés, el 30 de mayo la Santísima Trinidad, el 31 La Visitación de la Virgen a su Prima Santa Isabel. En el mes de junio el día 06 festividad del Corpus Christi, patrono y titular de nuestra parroquia. El 11 de junio viernes el Sagrado Corazón de Jesús, el 12 el Inmaculado Corazón de María, el 24 San Juan Bautista… y podíamos seguir enumerando fiestas.
La fiesta de la Santísima Trinidad debería llevarse todas nuestras reflexiones, pero hablando de un solo Dios y las tres personas distintas. Concretamente, nos abocamos a dos celebraciones: Pentecostés y Corpus Christi. Sin olvidar el mes de mayo dedicado a la Virgen, con los Rosarios de la Aurora todos los Sábados, los Miércoles oración en los parques, y todos los días a las 7 p.m. Rosario con el Papa.
La vigilia, el sábado día 22 procuraremos todos que sea algo distinto. Claro que nada se puede celebrar si la conciencia no está limpia. La reconciliación tal vez sea la mejor forma de prepararnos para recibir como hace unos 1972 años lo hicieron María y los apóstoles.
No nos tenemos que engañar: Gal. 5,22-26: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
La oración, los cantos y la alegría, son parte de infusión del Espíritu, pero lo esencial está en el alma y el corazón reconciliado y agradable a Dios. En Pentecostés y siempre. La Efusión del Espíritu en el alma se da cuando el corazón esta vacío de toda falta
La fiesta del Corpus Christi es un llamado a la piedad en la Eucaristía. La capilla del Santísimo es para eso. Los padres tenemos además una capilla dentro de la comunidad donde hacemos oración en comunidad y en solitario. La parroquia tiene el Templo parroquial y la capilla que el día 18 de mayo (hace 02 años) fue Consagrada y el grupo de la Congregación y Laudes nos la mantienen como el primer día. Un lugar especial para un ser especial.
El día 06 de junio, festividad del Corpus, celebraremos la Eucaristía en la canchita de la parroquia para luego Cristo Eucaristía bendiga a todos. Irá por algunos hogares mirando y santificando familias y personas.
Con Santo Tomás de Aquino diremos:
En la Cruz se escondía sólo la divinidad, No veo las llagas como las vio Tomás,
pero aquí también se esconde la humanidad; pero confieso que eres mi Dios;
Creo y confieso ambas cosas, Haz que yo crea más y más en Ti,
Jesús, a quien ahora veo oculto. que en Ti espere; que te ame.
Comentario
P. FRANCISCO DOMINGO
La fiesta de la Santísima Trinidad debería llevarse todas nuestras reflexiones, pero hablando de un solo Dios y las tres personas distintas. Concretamente, nos abocamos a dos celebraciones: Pentecostés y Corpus Christi. Sin olvidar el mes de mayo dedicado a la Virgen, con los Rosarios de la Aurora todos los Sábados, los Miércoles oración en los parques, y todos los días a las 7 p.m. Rosario con el Papa.
La vigilia, el sábado día 22 procuraremos todos que sea algo distinto. Claro que nada se puede celebrar si la conciencia no está limpia. La reconciliación tal vez sea la mejor forma de prepararnos para recibir como hace unos 1972 años lo hicieron María y los apóstoles.
No nos tenemos que engañar: Gal. 5,22-26: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
La oración, los cantos y la alegría, son parte de infusión del Espíritu, pero lo esencial está en el alma y el corazón reconciliado y agradable a Dios. En Pentecostés y siempre. La Efusión del Espíritu en el alma se da cuando el corazón esta vacío de toda falta
La fiesta del Corpus Christi es un llamado a la piedad en la Eucaristía. La capilla del Santísimo es para eso. Los padres tenemos además una capilla dentro de la comunidad donde hacemos oración en comunidad y en solitario. La parroquia tiene el Templo parroquial y la capilla que el día 18 de mayo (hace 02 años) fue Consagrada y el grupo de la Congregación y Laudes nos la mantienen como el primer día. Un lugar especial para un ser especial.
El día 06 de junio, festividad del Corpus, celebraremos la Eucaristía en la canchita de la parroquia para luego Cristo Eucaristía bendiga a todos. Irá por algunos hogares mirando y santificando familias y personas.
Con Santo Tomás de Aquino diremos:
En la Cruz se escondía sólo la divinidad, No veo las llagas como las vio Tomás,
pero aquí también se esconde la humanidad; pero confieso que eres mi Dios;
Creo y confieso ambas cosas, Haz que yo crea más y más en Ti,
Jesús, a quien ahora veo oculto. que en Ti espere; que te ame.
Comentario
P. FRANCISCO DOMINGO
PRIMER DISCURSO DE SAN PEDRO (II Parte)
Porque no dejarás mi alma en el abismo.
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
Para apoyar su postura, introduce una cita del AT, de Joel (3, 1-2), Pedro ve también en este efecto de Pentecostés el cum plimien to de esta profecía.
Joel fue un profeta cuya vida puede situarse alrededor del año 400 a. de C.- en el texto de Joel se promete que el Espíritu será dado a todos los miembros del pueblo de Dios, sin excluir a los esclavos y esclavas israelitas. En Pentecostés, en cambio, el Espíritu se ha posado sobre todo el grupo de los discípulos, y Pedro ofrece la misma posibilidad de recibirlo, a todos los que se agreguen a la comunidad.
El profeta anuncio en este lenguaje el nacimiento de una nueva era, el parto de una nueva criatura que nacerá del Espíritu. Y Pedro señala que esa criatura está naciendo ante los ojos y oídos de los allí presentes.
LA PROMESA DE JOEL TIENE SENTIDO UNIVERSAL
"EI Espíritu llenará a hombres y mujeres, a jóvenes y ancianos, ya que ése es el significado original que se encuentra en la profecía de Joel. El final de la cita profética ofrece a Pedro la ocasión de introducir a Jesús en su predicación; dice el Profeta que "todo el que invoque el nombre del Señor será salvo." Ese Señor, para Joel, del Antiguo Testamento, es Yah-veh, el Dios de Israel; más para Pedro ese Señor, cuya invocación salva, es Jesucristo, Juan 1, 1 y 14: "el Verbo era Dios y el Verbo se hizo carne", que vino al mundo para redimimos.
Y San Pedro lleno de emoción y fe continua de la misma línea del Profeta: "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo", (Juan 236-38).
Anímate a seguir leyendo los demás discursos de Pedro te sorprenderán.
Por : Sonia Encinas
PRIMER DISCURSO DE SAN PEDRO (I Parte)
Hechos 2, 12 - 21
En términos generales podemos decir que los discursos de los Hechos de los Apóstoles no son, ante todo y sobre todo, como los discursos de Jesús en los evangelios sinópticos, depósitos para conservar tradición, sino recursos narrativos para describir situaciones determinadas.
Lucas introduce un discurso preferentemente cuando quiere darnos la interpretación de un acontecimiento.
Lo que él pretende es mostrar cómo, según sus informaciones personales, se había predicado de hecho en determinadas situaciones.
Es verdad que la oratoria de Pedro es distinta de la de Pablo, pero esto se explica, al menos en parte, por la diversidad de cultura y situaciones en que se pronunciaron los discursos.
Hay que decir que en el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos encon tramos con cinco discursos de Pedro, pero sólo comentaremos el primero por ser uno de los más significativos.
Después de la Ascensión de Jesús los discípulos, por primera vez proclaman el anuncio, cumpliendo el mandato de predicación misionera de Jesús, comenzando por Jerusalén.
El discurso se abre presentando a Pedro y a los Apóstoles, hablando libremente ante una multitud.
Pedro aparece de pie al modo de los oradores griegos: "judíos y vecinos de Jerusalén", representan a todo Israel, al cual Pedro se dispone a contarle algo de suma importancia.
El discurso, continúa refutando a los judíos, que habían visto derramarse el Espíritu sobre los apóstoles y lo habían interpretado como un estado de borrachera. (Hch. 2,14-16).
La venida del Espíritu Sato sucede a la hora de tercia, (09:00a.m. aproximadamente) y salieron inmediatamente a predicar la resurrección de Jesucristo después de las lenguas de fuego y viento del Espíritu.
Es así como Pedro defiende que los hechos extraordinarios de Pentecostés se deben a una actividad de Dios, a su Espíritu.
(Act. 2, 22-25 Y 27) "Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Por: Sonia Encinas
En términos generales podemos decir que los discursos de los Hechos de los Apóstoles no son, ante todo y sobre todo, como los discursos de Jesús en los evangelios sinópticos, depósitos para conservar tradición, sino recursos narrativos para describir situaciones determinadas.
Lucas introduce un discurso preferentemente cuando quiere darnos la interpretación de un acontecimiento.
Lo que él pretende es mostrar cómo, según sus informaciones personales, se había predicado de hecho en determinadas situaciones.
Es verdad que la oratoria de Pedro es distinta de la de Pablo, pero esto se explica, al menos en parte, por la diversidad de cultura y situaciones en que se pronunciaron los discursos.
Hay que decir que en el libro de los Hechos de los Apóstoles, nos encon tramos con cinco discursos de Pedro, pero sólo comentaremos el primero por ser uno de los más significativos.
DISCURSO DE PEDRO EN PENTECOSTÉS.
El discurso se abre presentando a Pedro y a los Apóstoles, hablando libremente ante una multitud.
Pedro aparece de pie al modo de los oradores griegos: "judíos y vecinos de Jerusalén", representan a todo Israel, al cual Pedro se dispone a contarle algo de suma importancia.
El discurso, continúa refutando a los judíos, que habían visto derramarse el Espíritu sobre los apóstoles y lo habían interpretado como un estado de borrachera. (Hch. 2,14-16).
La venida del Espíritu Sato sucede a la hora de tercia, (09:00a.m. aproximadamente) y salieron inmediatamente a predicar la resurrección de Jesucristo después de las lenguas de fuego y viento del Espíritu.
Es así como Pedro defiende que los hechos extraordinarios de Pentecostés se deben a una actividad de Dios, a su Espíritu.
SAN PEDRO DICE EN EL DISCURSO
(Act. 2, 22-25 Y 27) "Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Por: Sonia Encinas
TODOS LOS DIAS ES PENTECOSTES
El evangelio de este domingo de Pentecostés... no habla de lo que sucedió en Pentecostés. ¿Cómo es eso? - Simplemente, porque los cuatro evangelios narran sólo la vida de Jesús, hasta su Ascensión al Cielo.
Es el libro de los Hechos de los Apóstoles, que habla de Pentecostés: el episodio más importante en la historia de la Iglesia, es decir, su nacimiento, al soplo del Espíritu.
Lo que, sí, encontramos en el evangelio de Lucas - el apóstol que escribió los Hechos - es la promesa consoladora de Jesús, antes de subir al Cielo: "Voy a enviar sobre ustedes al que mi Padre prom etió. Por eso quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos de la fuerza que viene de lo alto"
(Le. 24,49).
Así fue. Los Apóstoles - narran los Hechos - después de la Ascensión de
Jesús, ''volvieron a Jerusalén desde el monte de los Olivos ... subieron a la habitación donde vivían ... y todos perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de María, la Madre de Jesús ... (IIch. 1,12-14)
Fue ésta la primera "novena de preparación" a la venida del Espíritu Santo. Una preparación que se repite todos los años, antes de Pentecostés, porque
todos sentimos la necesidad y el deber de celebrar el aniversario del nacimiento de la Iglesia, nuestra Madre y, al mismo tiempo, nuestro nacimiento a la fe, renovando nu estro compromiso de fidelidad al Espíritu e invocando su luz y su fuerza, para crecer en nuestra vida cristiana.
Pero, no debemos olvidar que el Espíritu Santo no actúa sólo en Pentecostés.
Él sopla siempre y en todo lugar, como el viento - explicaba Jesús a Nicodemo (Jn. 3,8). Por eso, debemos tener siempre abierta nuestra mente y nuestro
corazón, para recibir su soplo de vida.
El mismo día de la Resurrección - narra hoy el evangelista San Juan - hubo una importante efusión del Espíritu sobre los apóstoles, de parte de Jesús.
Después de haber repetido dos veces: ''La paz esté con ustedes", sopló sobre ellos, diciendo: ''Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes perdonen los
pecados, les quedan perdonados" (Jn. 20,23).
Con estas palabras, Jesús expresa claramente el efecto propio de toda efusión del Espíritu Santo: la "santificación, es decir, la liberación del pecado. Toda
predicación de Jesús nos invita a eso; y su inmolación en la Cruz nos merece esta gracia.
Es ésta la decisión que debemos tomar en Pentecostés: vivir nuestra "renovación en el Espíritu", que es corno un nuevo nacimiento, como dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo
de arriba" (Jn.3, 3)
A este nuevo nacimiento nos hemos esforzado de prepararnos du rante el tiempo p ascual, para vivir hoy nuestro Pentecostés. Y debemos seguir invocando al Espíritu, para que nos ayude a vivir siempre más intensamente nuestra vida "espiritual": El maravilloso himno de la liturgia de hoy nos ofrece
las palabras más luminosas e "inspiradas":
Es el libro de los Hechos de los Apóstoles, que habla de Pentecostés: el episodio más importante en la historia de la Iglesia, es decir, su nacimiento, al soplo del Espíritu.
Lo que, sí, encontramos en el evangelio de Lucas - el apóstol que escribió los Hechos - es la promesa consoladora de Jesús, antes de subir al Cielo: "Voy a enviar sobre ustedes al que mi Padre prom etió. Por eso quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos de la fuerza que viene de lo alto"
(Le. 24,49).
Así fue. Los Apóstoles - narran los Hechos - después de la Ascensión de
Jesús, ''volvieron a Jerusalén desde el monte de los Olivos ... subieron a la habitación donde vivían ... y todos perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de María, la Madre de Jesús ... (IIch. 1,12-14)
Fue ésta la primera "novena de preparación" a la venida del Espíritu Santo. Una preparación que se repite todos los años, antes de Pentecostés, porque
todos sentimos la necesidad y el deber de celebrar el aniversario del nacimiento de la Iglesia, nuestra Madre y, al mismo tiempo, nuestro nacimiento a la fe, renovando nu estro compromiso de fidelidad al Espíritu e invocando su luz y su fuerza, para crecer en nuestra vida cristiana.
Pero, no debemos olvidar que el Espíritu Santo no actúa sólo en Pentecostés.
Él sopla siempre y en todo lugar, como el viento - explicaba Jesús a Nicodemo (Jn. 3,8). Por eso, debemos tener siempre abierta nuestra mente y nuestro
corazón, para recibir su soplo de vida.
El mismo día de la Resurrección - narra hoy el evangelista San Juan - hubo una importante efusión del Espíritu sobre los apóstoles, de parte de Jesús.
Después de haber repetido dos veces: ''La paz esté con ustedes", sopló sobre ellos, diciendo: ''Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes perdonen los
pecados, les quedan perdonados" (Jn. 20,23).
Con estas palabras, Jesús expresa claramente el efecto propio de toda efusión del Espíritu Santo: la "santificación, es decir, la liberación del pecado. Toda
predicación de Jesús nos invita a eso; y su inmolación en la Cruz nos merece esta gracia.
Es ésta la decisión que debemos tomar en Pentecostés: vivir nuestra "renovación en el Espíritu", que es corno un nuevo nacimiento, como dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo
de arriba" (Jn.3, 3)
A este nuevo nacimiento nos hemos esforzado de prepararnos du rante el tiempo p ascual, para vivir hoy nuestro Pentecostés. Y debemos seguir invocando al Espíritu, para que nos ayude a vivir siempre más intensamente nuestra vida "espiritual": El maravilloso himno de la liturgia de hoy nos ofrece
las palabras más luminosas e "inspiradas":
"VEN, ESPÍRITU DIVINO, MANDA TU LUZ DESDE EL CIELO ... "
Por: Padre Alfio Giorgi
María y Pentecostés
Maria es Madre de Jesús, Madre de Cristo, Madre de Dios, y Madre de todos nosotros, ya que es el mismo Jesús quien así lo proclama.
El día de Pentecostés, los Apóstoles estaban reunidos en oración con la Santísima Virgen Maria, cuya presencia es significativa para la Iglesia nacida del Costado de Cristo, quien recibiría ese día el poder santificador del Espíritu y a la vez, el poder que la capacitaba para lanzarse en la misión evangelizadora.
Así como María inicia la nueva historia de la salvación al adherirse con su libre y total sí, al plan del Padre; debía estar presente cuando esta historia se hace cuerpo con el nacimiento oficial de la Igles ia el día de Pentecostés, garantizando la nueva efusión del Espíritu Santo que da origen a la Iglesia del futuro.
No podía faltar su presencia porque en la economía de la gracia, actuada bajo la acción del Espíritu San to, se da la particular correspondencia entre el momento de la encarnación del Verbo y el del nacimiento de la Iglesia. La persona que une estos dos momentos es: María en Nazaret y María en el cenáculo de Jerusalén.
En ambos casos su presencia discreta, pero esencial, indica el camino del "nacimiento del Espíritu". El Espíritu que colmó a María es el mismo Espíritu que invadió a la Iglesia naciente. En el nacimiento del Cristo histórico y en el nacimiento del Cristo místico, la presencia de María sigue teniendo un valor maternal.
La Iglesia era aún tierna, infante, y para esos momentos la presencia de la madre era indispensable, era algo tan natural y necesario, la presencia de la maternidad espiritual; ya no podía dar de nuevo a la luz a su Hijo; pero presenciaba activamente el nacimiento nuevo de Cristo en el parto de la Iglesia.
Maria en Pentecostés tiene un valor magisterial, ya que conservaba en su corazón todos los acontecimientos desde que entró a formar parte en el plan de Dios, proclamaría ante los Apóstoles su fe y les ayudaría a
comprender los misterios de su Hijo.
Otro motivo de la presencia de Maria en el cenáculo se da, porque Ella es un paradigma y a la vez un estimulo de cómo se colabora en la obra de Jesús por los vínculos familiares y sobre todo por el vinculo de la fe.
Ella conforta, fortalece, anima e impulsa a continuar la obra de su Hijo. El mismo Espíritu que había preparado y transformado a María, ahora prepara, transforma y renueva a la Iglesia de la p rim era com unidad.
La actitud de María con respecto a la moción del Espíritu Santo, expresado en el día de la Anunciación y mantenido a lo largo de su existencia terrena en fidelidad y docilidad a la vez que libertad nos proponen el modelo perfecto de santidad.
La iglesia, como María, es al mismo tiempo madre, pues engendra a los hijos de Dios y virgen, al conservar las virtudes teologales íntegras.
La presencia de María recordaba a los discípulos la presencia viva de su Maestro.
Por todo esto en toda comunidad cristiana, animada por el Espíritu, debe estar presente María. Por tanto María es el corazón de la Iglesia.
Por Layla Chambi y David Pezo
El día de Pentecostés, los Apóstoles estaban reunidos en oración con la Santísima Virgen Maria, cuya presencia es significativa para la Iglesia nacida del Costado de Cristo, quien recibiría ese día el poder santificador del Espíritu y a la vez, el poder que la capacitaba para lanzarse en la misión evangelizadora.
Así como María inicia la nueva historia de la salvación al adherirse con su libre y total sí, al plan del Padre; debía estar presente cuando esta historia se hace cuerpo con el nacimiento oficial de la Igles ia el día de Pentecostés, garantizando la nueva efusión del Espíritu Santo que da origen a la Iglesia del futuro.
No podía faltar su presencia porque en la economía de la gracia, actuada bajo la acción del Espíritu San to, se da la particular correspondencia entre el momento de la encarnación del Verbo y el del nacimiento de la Iglesia. La persona que une estos dos momentos es: María en Nazaret y María en el cenáculo de Jerusalén.
En ambos casos su presencia discreta, pero esencial, indica el camino del "nacimiento del Espíritu". El Espíritu que colmó a María es el mismo Espíritu que invadió a la Iglesia naciente. En el nacimiento del Cristo histórico y en el nacimiento del Cristo místico, la presencia de María sigue teniendo un valor maternal.
La Iglesia era aún tierna, infante, y para esos momentos la presencia de la madre era indispensable, era algo tan natural y necesario, la presencia de la maternidad espiritual; ya no podía dar de nuevo a la luz a su Hijo; pero presenciaba activamente el nacimiento nuevo de Cristo en el parto de la Iglesia.
Maria en Pentecostés tiene un valor magisterial, ya que conservaba en su corazón todos los acontecimientos desde que entró a formar parte en el plan de Dios, proclamaría ante los Apóstoles su fe y les ayudaría a
comprender los misterios de su Hijo.
Otro motivo de la presencia de Maria en el cenáculo se da, porque Ella es un paradigma y a la vez un estimulo de cómo se colabora en la obra de Jesús por los vínculos familiares y sobre todo por el vinculo de la fe.
Ella conforta, fortalece, anima e impulsa a continuar la obra de su Hijo. El mismo Espíritu que había preparado y transformado a María, ahora prepara, transforma y renueva a la Iglesia de la p rim era com unidad.
La actitud de María con respecto a la moción del Espíritu Santo, expresado en el día de la Anunciación y mantenido a lo largo de su existencia terrena en fidelidad y docilidad a la vez que libertad nos proponen el modelo perfecto de santidad.
La iglesia, como María, es al mismo tiempo madre, pues engendra a los hijos de Dios y virgen, al conservar las virtudes teologales íntegras.
La presencia de María recordaba a los discípulos la presencia viva de su Maestro.
Por todo esto en toda comunidad cristiana, animada por el Espíritu, debe estar presente María. Por tanto María es el corazón de la Iglesia.
Por Layla Chambi y David Pezo
Ven, Espiritu Santo Consolador
Espíritu Santo consolador,
-ven siempre, no te alejes de nosotros,
ven a los que te conocen
y quédate con ellos
para que no se adormezcan.
Ven a los que no te conocen
y áb reles la puerta de toda gracia y de todo don.
Quédate siempre actuando en tu Iglesia,
en todos y cada uno de los bautizados.
Ven al pecador para que se convierta,
ven a todo hombre,
ven a los que sufren
ven al mundo.
Sin tu aliento
la vida es muerte viviente,
nada hay puro y santo sin ti.
Sin ti no hay virtud posible,
sin ti la relación se convierte
en alejamiento.
Sin tu divina suavidad
la vida se enrudece y agobia.
Ven a dibujar en cada corazón
la imagen de Jesús.
Danos los siete dones;
danos la infinita variedad de dones,
que tú regalas según el hombre los necesita.
Ven, dulce huésped de todo corazón puro y humilde,
ven a poner orden en el corazón del hombre.
Sin ti el dolor nos vence,
se hace cerrado el misterio y nos abruma.
Sin ti el placer y la felicidad se hacen egoístas,
y nuestro pobre espíritu se desmorona.
Ven, Espíritu Santo:
guía del hombre, amigo del hombre,
fortaleza del hombre,
y haznos rebosar de tu belleza
y suavidad infinita.
P. Clemente Arranz
¿Qué es la Renovación Carismática Católica?
Para mí la Renovación Carismática Católica, es un movimiento de la Iglesia Católica en el cual el Espíritu Divino de Dios hace que el rumbo de muestras vidas cambie, que de un vuelco de 180 grados.
Yo digo esto, porque cuando yo era una mujer de treintaiocho (38) años, frecuentaba la Iglesia no me perdía las Misas Dominicales, ni las Fiestas de Guardar, asistía a los cultos de Semana Santa, armaba mi Nacimiento en Navidad, pero. no sen tía en profundidad el Amor inmenso de Dios.
Pero sucedió que mi señora madre enfermó y mi hermana Betty frecuentaba o asistía a un grupo Carismático llamado Paz en el Señor y me invitó a que la acompañara, porque oraban por sanación y también por cualquier problema fuerte que uno tuviera, en este grupo se pedía la presencia del Espíritu Santo, lo cual para mí era desconocido.
Desde el primer día que asistí me ea utívó la forma de alabar, de cantar y también de bailar, la alegría de las hermanas era contagiante y la acogida fue muy buena.
A partir de ese día mi vida cambió Dios comenzó a entrar en mi corazón y a morar en mi comencé a reconocerlo com o el Dios de la vida que todo lo puede y que no hay nada que se mueva si El no lo permite, la lectura de la biblia diaria era un alimento que me comprometía a cada día ser mejor a discernir y a pedir al Espíritu Santo su ayuda.
El 17 de febrero de 1967 comienza en los Estados Unidos la Renovación Carismática Católica. La presencia de la Renovación Carismátíca data en nuestro país desde el año 1,970 desde ese entonces su labor ha sido fructífera, ha habido muchos cam bios en muchas personas, porque no decirlo en miles de cientos que ahora
Sé que acá en mi Parroquia Corpus Christi hay un Grupo Carismático, por el cual ruego para que cada día el Espíritu Santo de Dios los haga crecer, que los que están hagan llamados, para que muchos hermanos se incorporen, sobre todo para que sientan el fuego del Espíritu Santo en sus corazones y vean como el Señor puede cambiar nuestras vidas y así trabajar en el apostolado que Dios nos da a cada uno.
Por Carolina Honores
Yo digo esto, porque cuando yo era una mujer de treintaiocho (38) años, frecuentaba la Iglesia no me perdía las Misas Dominicales, ni las Fiestas de Guardar, asistía a los cultos de Semana Santa, armaba mi Nacimiento en Navidad, pero. no sen tía en profundidad el Amor inmenso de Dios.
Pero sucedió que mi señora madre enfermó y mi hermana Betty frecuentaba o asistía a un grupo Carismático llamado Paz en el Señor y me invitó a que la acompañara, porque oraban por sanación y también por cualquier problema fuerte que uno tuviera, en este grupo se pedía la presencia del Espíritu Santo, lo cual para mí era desconocido.
Desde el primer día que asistí me ea utívó la forma de alabar, de cantar y también de bailar, la alegría de las hermanas era contagiante y la acogida fue muy buena.
A partir de ese día mi vida cambió Dios comenzó a entrar en mi corazón y a morar en mi comencé a reconocerlo com o el Dios de la vida que todo lo puede y que no hay nada que se mueva si El no lo permite, la lectura de la biblia diaria era un alimento que me comprometía a cada día ser mejor a discernir y a pedir al Espíritu Santo su ayuda.
El 17 de febrero de 1967 comienza en los Estados Unidos la Renovación Carismática Católica. La presencia de la Renovación Carismátíca data en nuestro país desde el año 1,970 desde ese entonces su labor ha sido fructífera, ha habido muchos cam bios en muchas personas, porque no decirlo en miles de cientos que ahora
Desde hace varios años, estando de Párroco el Padre César Peleteiro quien me invitó a ser Ministro de la Palabra y después también Ministro Extraordinario de la Eucaristía ya no he podido concurrir a las jornadas de la Renovación, pero si asisto al Grupo de Oración en el cual me inicié, nos reunimos, oramos, alabamos, cantamos y le damos gracias a Dios.
Sé que acá en mi Parroquia Corpus Christi hay un Grupo Carismático, por el cual ruego para que cada día el Espíritu Santo de Dios los haga crecer, que los que están hagan llamados, para que muchos hermanos se incorporen, sobre todo para que sientan el fuego del Espíritu Santo en sus corazones y vean como el Señor puede cambiar nuestras vidas y así trabajar en el apostolado que Dios nos da a cada uno.
Por Carolina Honores
LA VIDA DE LOS CARISMATICOS
Al comenzar a explorar la vida carismática que es un elemento constituido de nuestra llamada especial en la Iglesia, vamos a comenzar por examinar lo que Juan Pablo II ha compartido acerca de la vida carismática dentro de la misma Iglesia.
El Santo Padre tiende a relacionar sus reflexiones a las enseñanzas del Concilio Vaticano 11, su acercamiento a la Renovación Carismática no es una excepción a esto.
En su discurso ante el Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales y Nuevas
Comunidades declara:
"Cada vez que interviene el Espíritu, Él deja a la gente asombrada, Él trae sobre los eventos de la novedad sorprendente, Él cambia radicalmen te las personas y la historia ... "
Esta fue la experiencia inolvidable del Concilio Ecuménico Vaticano II en la que bajo la guía del mismo Espíritu, la Iglesia redescubrió la dimensión carismática como uno de sus elementos constitutivos:
"No es solo a través de los sacramentos y el Ministerio de la Iglesia que el Espíritu Santo santifica al pueblo, los lleva y enriquece con sus virtudes. Él tam bién distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición (Lumen Gentium 12).
Los aspectos institucionales y carismáticos son co-esenciales ya que eran, para la constitución de la Iglesia.
NUEVA VIDA DE LA COMUNIDAD CARlSMÁTICA
Es una Comunidad Carismática Católica de creyentes en el llamado de Cristo para vivir la nueva vida y lograr la vida de los demás.
La nueva vida que estamos llamados a vivir es para ver el amor de Dios en cada circunstancia y para ayudar a otros a esa comprensión de la verdad en Cristo.
Pero primero tienes que venir a conocer a Dios. Es imposible amar a alguien que no conoces. Hemos llegado a conocer a Dios porque hemos llegado a ver que Él quiere ser conocido por nosotros. Él envió al Espíritu Santo para revelarnos el camino que nos conduce a Dios.
Los miembros de nuestra Comunidad también están trabajando en las Parroquias en todos los niveles de servicio, incluyendo Consejo Parroquial, diáconos, maestros, predicadores, Ministros Extraordinarios, Caballeros de Colón, Hombres Católicos, Beca de la Mujer, Jóvenes Adultos, RICA, Retiros, Conferencias, etc.
La Renovación Carismática Católica hace mucho bien a los integrantes del Movimiento, a toda la Iglesia y aún a los que no pertenecen, mientras mantengan la identidad católica:
Jerárquica, Sacramental, Reconciliación y Eucaristía con devoción a la Virgen María, al Magisterio de la Iglesia y unidos a la Comunidad Parroquial y Diocesana.
La Renovación Carismática Católica es un don maravilloso del Espíritu Santo para la Iglesia Católica.
Recopilación y Comentario: Rosa Quispe
El Santo Padre tiende a relacionar sus reflexiones a las enseñanzas del Concilio Vaticano 11, su acercamiento a la Renovación Carismática no es una excepción a esto.
En su discurso ante el Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales y Nuevas
Comunidades declara:
"Cada vez que interviene el Espíritu, Él deja a la gente asombrada, Él trae sobre los eventos de la novedad sorprendente, Él cambia radicalmen te las personas y la historia ... "
Esta fue la experiencia inolvidable del Concilio Ecuménico Vaticano II en la que bajo la guía del mismo Espíritu, la Iglesia redescubrió la dimensión carismática como uno de sus elementos constitutivos:
"No es solo a través de los sacramentos y el Ministerio de la Iglesia que el Espíritu Santo santifica al pueblo, los lleva y enriquece con sus virtudes. Él tam bién distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición (Lumen Gentium 12).
Los aspectos institucionales y carismáticos son co-esenciales ya que eran, para la constitución de la Iglesia.
NUEVA VIDA DE LA COMUNIDAD CARlSMÁTICA
Es una Comunidad Carismática Católica de creyentes en el llamado de Cristo para vivir la nueva vida y lograr la vida de los demás.
La nueva vida que estamos llamados a vivir es para ver el amor de Dios en cada circunstancia y para ayudar a otros a esa comprensión de la verdad en Cristo.
Pero primero tienes que venir a conocer a Dios. Es imposible amar a alguien que no conoces. Hemos llegado a conocer a Dios porque hemos llegado a ver que Él quiere ser conocido por nosotros. Él envió al Espíritu Santo para revelarnos el camino que nos conduce a Dios.
Los miembros de nuestra Comunidad también están trabajando en las Parroquias en todos los niveles de servicio, incluyendo Consejo Parroquial, diáconos, maestros, predicadores, Ministros Extraordinarios, Caballeros de Colón, Hombres Católicos, Beca de la Mujer, Jóvenes Adultos, RICA, Retiros, Conferencias, etc.
La Renovación Carismática Católica hace mucho bien a los integrantes del Movimiento, a toda la Iglesia y aún a los que no pertenecen, mientras mantengan la identidad católica:
Jerárquica, Sacramental, Reconciliación y Eucaristía con devoción a la Virgen María, al Magisterio de la Iglesia y unidos a la Comunidad Parroquial y Diocesana.
La Renovación Carismática Católica es un don maravilloso del Espíritu Santo para la Iglesia Católica.
Recopilación y Comentario: Rosa Quispe
LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO I
Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la Gloria Eterna.
La tradición de la iglesia enumera doce:
Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad. Contra tales cosas no hay ley (Ga. 5,22-23).
Cuando el Espíritu Santo da sus frutos en el alma vence las tendencias de la carne, fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades, peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidia, ebriedades, orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. (Ga. 5,19)
LOS DOCE FRUTOS DEL ESPIRlTU SANTO:
1. EL AMOR O CARIDAD: Amor del griego "ágape" significa: afecto, buena voluntad, amor; la habilidad, el poder y la determinación de amar a la gente que no queremos. El amor es un don de Dios, es un atributo de Él, Dios es Amor (1Jn. 4:8).
El amor revitaliza y pone en acción la Fe.
2. GOZO: Significa alegría, gozo, el infinitivo, regocijarse, estar contento, estar Deno de gozo, cuando más se apodera Dios de una alma más la santifica y cuanto más santa sea, es más feliz, porque el Espíritu Santo le trae la alegría el gozo porque El mismo lo es.
3. PAZ: La palabra Shalom, significa bienestar total, tranquilidad y serenidad del Espíritu. La paz es el fruto que Jesús nos trae de parte del Padre."Paz a los hombres". Isaías Dama a Jesús: Príncipe de la Paz. San
Agustín dice que es la tranquilidad en el orden, mantiene el alma en posesión de la alegría contra todo lo que es opuesto y excluye toda clase de temor y turbación.
4. PACIENCIA: Significa apacibilidad, indulgencia, la paciencia modera la
tristeza, este fruto del Espíritu Santo nos va a enseñar a enfrentar con alegría y resignación los problemas y adversidades que se nos presenta cada día. La paciencia es lo opuesto a la impaciencia humana, y debe ser contemplado como la paciencia de Dios porque la paciencia de Dios no tiene límites.
5. LONGANIMIDAD: La perseverancia, nos ayuda a mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena que proviene del deseo del bien que se espera. La longanimidad hace que a lo largo de un año consagrado a la virtud seamos más fervorosos que al principio.
San Pablo nos dice: Tengan en todo momento en la mano el escudo de la Fe,
usen el casco de Dios y la espada del Espíritu Ef. (6: 16).
6. BONDAD: Benevolencia, rectitud de corazón y de vida. Lleva a ocuparse de los demás, nos inclina hacer el bien, mostrando nuestro amor con hechos. En Dios la bondad es infinita. Se asocia con la justicia y la verdad. Nuestro modelo es Dios.
Por: Haydee Zavala
La tradición de la iglesia enumera doce:
Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad. Contra tales cosas no hay ley (Ga. 5,22-23).
Cuando el Espíritu Santo da sus frutos en el alma vence las tendencias de la carne, fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades, peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidia, ebriedades, orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. (Ga. 5,19)
LOS DOCE FRUTOS DEL ESPIRlTU SANTO:
1. EL AMOR O CARIDAD: Amor del griego "ágape" significa: afecto, buena voluntad, amor; la habilidad, el poder y la determinación de amar a la gente que no queremos. El amor es un don de Dios, es un atributo de Él, Dios es Amor (1Jn. 4:8).
El amor revitaliza y pone en acción la Fe.
2. GOZO: Significa alegría, gozo, el infinitivo, regocijarse, estar contento, estar Deno de gozo, cuando más se apodera Dios de una alma más la santifica y cuanto más santa sea, es más feliz, porque el Espíritu Santo le trae la alegría el gozo porque El mismo lo es.
3. PAZ: La palabra Shalom, significa bienestar total, tranquilidad y serenidad del Espíritu. La paz es el fruto que Jesús nos trae de parte del Padre."Paz a los hombres". Isaías Dama a Jesús: Príncipe de la Paz. San
Agustín dice que es la tranquilidad en el orden, mantiene el alma en posesión de la alegría contra todo lo que es opuesto y excluye toda clase de temor y turbación.
4. PACIENCIA: Significa apacibilidad, indulgencia, la paciencia modera la
tristeza, este fruto del Espíritu Santo nos va a enseñar a enfrentar con alegría y resignación los problemas y adversidades que se nos presenta cada día. La paciencia es lo opuesto a la impaciencia humana, y debe ser contemplado como la paciencia de Dios porque la paciencia de Dios no tiene límites.
5. LONGANIMIDAD: La perseverancia, nos ayuda a mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena que proviene del deseo del bien que se espera. La longanimidad hace que a lo largo de un año consagrado a la virtud seamos más fervorosos que al principio.
San Pablo nos dice: Tengan en todo momento en la mano el escudo de la Fe,
usen el casco de Dios y la espada del Espíritu Ef. (6: 16).
6. BONDAD: Benevolencia, rectitud de corazón y de vida. Lleva a ocuparse de los demás, nos inclina hacer el bien, mostrando nuestro amor con hechos. En Dios la bondad es infinita. Se asocia con la justicia y la verdad. Nuestro modelo es Dios.
Por: Haydee Zavala
LOS FRUTOS DEL ESPIRITU SANTO II
7. BENIGNIDAD: La palabra benignidad se usa únicamente para significar dulzura y esta clase de dulzura consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría. Es la grandeza del ánimo para enfrentar todo tipo de acciones con tranquilidad de espíritu dejando de lado todas las envidias, egoísmos y miserias humanas, para ver siempre el lado bueno de las personas. El que recibe este fruto no rivaliza ni envidia a nadie, no se siente humillado porque otro esté bien, es sincero y buen amigo, leal no mien te ni es im pru dente.
8. MANSEDUMBRE: Fruto del Espíritu Santo que modera los arrebatos de cólera, que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. Cuando la mansedumbre es fruto del Espíritu Santo aparta a sus enemigos sin combates.
El apóstol Santiago dice: La ira del hombre no obra la justicia de Dios, por eso desecha toda la inmundicia y abundancia del mal y recibe con docilidad la palabra. sembrada en vosotros que es capaz de salvar vuestras almas.
9. FIDELIDAD: Quien tiene este fruto es un hombre digno de fiar; nos da cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, y fírmeza para afianzarnos en ello."Fiel es el que nos ha llamado y El os llevara a buen fin": nos dice la Primera carta a los Tesalonicenses.
10. MODESTIA: Regula los movimientos del cuerpo, los gestos y la las palabras, este fruto permite hacer esto sin esfuerzo y naturalmente, además dispone todos los movimientos interiores del alma.
La modestia detiene el espíritu inquieto lo modera y deja el alma en una profunda paz que la dispone para ser la mansión y el reino de Dios: el don de Presencia de Dios.
Este fruto se manifiesta en actitudes externas (el vestir, formas de hablar, de mírar).
11. CONTINENCIA: Este fruto no permite dejarse arrastrar por las Pasiones ni por las indolencias, en toda circunstancia no se deja llevar por excesos, conserva en término medio las cosas; es pues el fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a contener nuestros ímpetus y nos ayuda a conservar la calma en momentos dificiles.
Libertad sin perjuicios y temor solo puede darla el Espíritu Santo con la claridad de su presencia y la fuerza de su gracia.
12. CASTIDAD: Es la virtud sobrenatural que modera los frutos de la carne, esta virtud hace a los hombres semejantes a los Ángeles, pero es una virtud delicada y dificil que cercena los placeres de la carne.
La castidad es promesa de inmortalidad, todo bautizado está llamado a ser casto porque el cristiano se ha revestido de Cristo modelo de castidad. Los cristianos debemos practicar la castidad cada uno según su estado, los novios en vivir la castidad hasta el matrimonio, los consagrados en el celibato o la vírginidad.
Para que puedan dedicarse mejor al servicio de Dios y al prójimo, con corazón limpio.
Por: Haydee Zavala
8. MANSEDUMBRE: Fruto del Espíritu Santo que modera los arrebatos de cólera, que se levanta impetuosa para rechazar el mal presente. Cuando la mansedumbre es fruto del Espíritu Santo aparta a sus enemigos sin combates.
El apóstol Santiago dice: La ira del hombre no obra la justicia de Dios, por eso desecha toda la inmundicia y abundancia del mal y recibe con docilidad la palabra. sembrada en vosotros que es capaz de salvar vuestras almas.
9. FIDELIDAD: Quien tiene este fruto es un hombre digno de fiar; nos da cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, y fírmeza para afianzarnos en ello."Fiel es el que nos ha llamado y El os llevara a buen fin": nos dice la Primera carta a los Tesalonicenses.
10. MODESTIA: Regula los movimientos del cuerpo, los gestos y la las palabras, este fruto permite hacer esto sin esfuerzo y naturalmente, además dispone todos los movimientos interiores del alma.
La modestia detiene el espíritu inquieto lo modera y deja el alma en una profunda paz que la dispone para ser la mansión y el reino de Dios: el don de Presencia de Dios.
Este fruto se manifiesta en actitudes externas (el vestir, formas de hablar, de mírar).
11. CONTINENCIA: Este fruto no permite dejarse arrastrar por las Pasiones ni por las indolencias, en toda circunstancia no se deja llevar por excesos, conserva en término medio las cosas; es pues el fruto del Espíritu Santo que nos ayuda a contener nuestros ímpetus y nos ayuda a conservar la calma en momentos dificiles.
Libertad sin perjuicios y temor solo puede darla el Espíritu Santo con la claridad de su presencia y la fuerza de su gracia.
12. CASTIDAD: Es la virtud sobrenatural que modera los frutos de la carne, esta virtud hace a los hombres semejantes a los Ángeles, pero es una virtud delicada y dificil que cercena los placeres de la carne.
La castidad es promesa de inmortalidad, todo bautizado está llamado a ser casto porque el cristiano se ha revestido de Cristo modelo de castidad. Los cristianos debemos practicar la castidad cada uno según su estado, los novios en vivir la castidad hasta el matrimonio, los consagrados en el celibato o la vírginidad.
Para que puedan dedicarse mejor al servicio de Dios y al prójimo, con corazón limpio.
Por: Haydee Zavala
DON DE SABIDURIA
¿Cuáles son los dones del Espíritu Santo?
Los podemos dividir en dos grande grupos, el primero tiene que ver con la inteligencia del ser humano, y la practicidad que tiene de ver y hacer las cosas.
Son los dones de entendimiento, sabiduría, ciencia y consejo, el segundo son los que afectan la voluntad humana, Son los dones de piedad, fortaleza y temor de Dios.
DON DE SABIDURÍA
Cuántas veces solemos escuchar aquello de: "No es sabio quien sabe; sabio es aquel que va
al fondo de las cosas".
Con qué frecuencia nos quedamos clavados y mediatizados por lo puramente externo.
Estamos tan pendientes de las sensaciones que olvidamos aquello que las produce. La sabiduría nos empuja a intuir y descubrir los signos de la presencia de Dios frente a esa otra cultura que pretende arrinconarle.
La sabiduría es un termómetro que analiza la temperatura en el conocimiento de Dios. La sabiduría es no concebir la vida sin la presencia de Aquel que habla, dírige, auxilia, sopla y anima: DIOS.
La sabiduria, como DON DEL ESPÍRITU, no se conserva en la mente ni se hace fuerte con el estudio, germina y crece en el corazón, y con éste, se saca gusto a la presencia de Dios.
Cuentan de San Francisco que, cada vez que pronunciaba el nombre de Dios o de Jesús, sentia en su paladar un gusto mil veces más dulce que la miel o que el azúcar.
Lo que aborta este don espiritual es la locura.
Alguien, con cierta razón, dijo que ésta es la llave que cierra las puertas a la discreción y al gusto.
El don de sabiduría es el más comentado y testificado en la Escritura. San Pablo contrapone la sabiduría mundana -la sabiduría de los filósofos que buscan conocimientos de 10 terrestre y celeste- a la sabiduría misteriosa de Dios aparecida en Cristo (lCo. 1-3); nos es revelada por el Espíritu.
El Espíritu nos da parte en la sabiduría de Dios de forma que somos capaces de reconocer como sabiduría la sabiduria de Dios.
ORACIÓN DE LA SABIDURÍA
Señor ven a mí a socorrerme porque estoy enferma de la maldad humana.
Ayúdame a comprender que solo tú eres Dios, que reinas por siempre;
que ayudas al necesitado, que castigas al impío, y libras del mal
a los que son fieles en tus caminos.
Sepa yo cuan frágil soy, para depender más de ti.
Que no sea como los hipócritas que solo dicen habladurías,
mas su corazón no está contigo.
Dame la sabiduría necesaria para poder discernir el bien y el mal,
para que mi pie no resbale, para levantar al pobre de corazón,
para dar le una mano ayuda a los enfermos de espíritu.
Amén
¿En qué consiste la sabiduría y la inteligencia? En dar amor.
Por: Magali del Castillo
Los podemos dividir en dos grande grupos, el primero tiene que ver con la inteligencia del ser humano, y la practicidad que tiene de ver y hacer las cosas.
Son los dones de entendimiento, sabiduría, ciencia y consejo, el segundo son los que afectan la voluntad humana, Son los dones de piedad, fortaleza y temor de Dios.
DON DE SABIDURÍA
Cuántas veces solemos escuchar aquello de: "No es sabio quien sabe; sabio es aquel que va
al fondo de las cosas".
Con qué frecuencia nos quedamos clavados y mediatizados por lo puramente externo.
Estamos tan pendientes de las sensaciones que olvidamos aquello que las produce. La sabiduría nos empuja a intuir y descubrir los signos de la presencia de Dios frente a esa otra cultura que pretende arrinconarle.
La sabiduría es un termómetro que analiza la temperatura en el conocimiento de Dios. La sabiduría es no concebir la vida sin la presencia de Aquel que habla, dírige, auxilia, sopla y anima: DIOS.
La sabiduria, como DON DEL ESPÍRITU, no se conserva en la mente ni se hace fuerte con el estudio, germina y crece en el corazón, y con éste, se saca gusto a la presencia de Dios.
Cuentan de San Francisco que, cada vez que pronunciaba el nombre de Dios o de Jesús, sentia en su paladar un gusto mil veces más dulce que la miel o que el azúcar.
Lo que aborta este don espiritual es la locura.
Alguien, con cierta razón, dijo que ésta es la llave que cierra las puertas a la discreción y al gusto.
El don de sabiduría es el más comentado y testificado en la Escritura. San Pablo contrapone la sabiduría mundana -la sabiduría de los filósofos que buscan conocimientos de 10 terrestre y celeste- a la sabiduría misteriosa de Dios aparecida en Cristo (lCo. 1-3); nos es revelada por el Espíritu.
El Espíritu nos da parte en la sabiduría de Dios de forma que somos capaces de reconocer como sabiduría la sabiduria de Dios.
ORACIÓN DE LA SABIDURÍA
Señor ven a mí a socorrerme porque estoy enferma de la maldad humana.
Ayúdame a comprender que solo tú eres Dios, que reinas por siempre;
que ayudas al necesitado, que castigas al impío, y libras del mal
a los que son fieles en tus caminos.
Sepa yo cuan frágil soy, para depender más de ti.
Que no sea como los hipócritas que solo dicen habladurías,
mas su corazón no está contigo.
Dame la sabiduría necesaria para poder discernir el bien y el mal,
para que mi pie no resbale, para levantar al pobre de corazón,
para dar le una mano ayuda a los enfermos de espíritu.
Amén
¿En qué consiste la sabiduría y la inteligencia? En dar amor.
Por: Magali del Castillo
DON DE INTELIGENCIA
Ayuda a entender los misterios más escondidos y difíciles de la FE.
Ilumina nuestro entendimiento y nos hace caminar con la luz de la verdad.
Nos enseña el valor de la eucaristía y de los sacramentos. Nos hace disfrutar y sacar
conclusiones prácticas de los silencios de Dios.
Nos facilita la lectura de la enseñanza de Jesús y nos hace comprensibles sus gestos.
Nos anima a poner los medios necesarios para que Jesús sea entendido y comprendido en
la sociedad en que nos toca vivir.
San Antonio de Padua, meditando Sobre este don, solía exclamar: "qué cortas se hacen
las noches meditando y contemplando la belleza de la Biblia"
El contrincante de este don es la grosería. El devaluar y rebajar por conveniencia toda la
riqueza divina que nos rodea.
Por: un cristiano
Ilumina nuestro entendimiento y nos hace caminar con la luz de la verdad.
Nos enseña el valor de la eucaristía y de los sacramentos. Nos hace disfrutar y sacar
conclusiones prácticas de los silencios de Dios.
Nos facilita la lectura de la enseñanza de Jesús y nos hace comprensibles sus gestos.
Nos anima a poner los medios necesarios para que Jesús sea entendido y comprendido en
la sociedad en que nos toca vivir.
San Antonio de Padua, meditando Sobre este don, solía exclamar: "qué cortas se hacen
las noches meditando y contemplando la belleza de la Biblia"
El contrincante de este don es la grosería. El devaluar y rebajar por conveniencia toda la
riqueza divina que nos rodea.
Por: un cristiano
DON DE CONSEJO
"Muéstrame, oh Yahvé, tus caminos, guíame por la senda recta" (Sal 27,11),
"Yo te haré saber y te enseñaré el camino que debes seguir; seré tu consejero, y estarán mis ojos sobre ti" (Sal 32,8);
"Mira Yahvé desde los cielos y ve a todos los hijos de los hombres. Desde la morada en que se asienta ve a todos los habitantes de la tierra. Él es quien ha hecho todos los corazones y conoce a fondo todas sus obras"
(Sal 33,10-15).
Dichosa el alma que busca en el silencio la voz de su Señor, que la reconoce y la obedece, que no se precipita confiando en su propia capacidad ni se aletarga en la duda o en el pesimismo sino que confia en Dios porque la conoce desde siempre y solo desea su felicidad.
Dichosa el alma que participa a Dios de sus deseos, proyectos, temores; que
ruega humildemente buscando ser guiada por la Divina luz que siempre lleva a puerto seguro.
No decae su confianza cuando los resultados no son como espera, porque sabe que los caminos de Dios son diferentes a los de los hombres.
Los caminos de Dios son perfectos.
El don de consejo perfecciona la virtud moral de la prudencia, la cual
nos lleva a discernir lo bueno de lo malo y elegir de entre lo bueno lo
mejor haciendo uso de nuestro entendimiento.
Este regalo de Dios se desarrolla en el alma humilde, dócil y obediente a
Dios que le habla al corazón a través de su Palabra, en la Oración, a través de su guía espiritual, a través de quien Dios disponga y de la manera en que El sabe que mejor le comprenderá.
Así también el Divino Guía se sirve de ella para aconsejar a sus hijos que
necesitan de su dirección, aliento y corrección.
Libera nuestros sentidos Haznos sencillos y humildes
Espirituales Señor, Dóciles a tus mandatos
Haznos sensibles a tu voz y danos la fortaleza para cumplir
Que tus palabras queden grabadas tu voluntad.
Con el fuego de tu amor
En nuestras almas, mentes y Amén
corazones.
Por: Carmen Silva
"Yo te haré saber y te enseñaré el camino que debes seguir; seré tu consejero, y estarán mis ojos sobre ti" (Sal 32,8);
"Mira Yahvé desde los cielos y ve a todos los hijos de los hombres. Desde la morada en que se asienta ve a todos los habitantes de la tierra. Él es quien ha hecho todos los corazones y conoce a fondo todas sus obras"
(Sal 33,10-15).
Dichosa el alma que busca en el silencio la voz de su Señor, que la reconoce y la obedece, que no se precipita confiando en su propia capacidad ni se aletarga en la duda o en el pesimismo sino que confia en Dios porque la conoce desde siempre y solo desea su felicidad.
Dichosa el alma que participa a Dios de sus deseos, proyectos, temores; que
ruega humildemente buscando ser guiada por la Divina luz que siempre lleva a puerto seguro.
No decae su confianza cuando los resultados no son como espera, porque sabe que los caminos de Dios son diferentes a los de los hombres.
Los caminos de Dios son perfectos.
El don de consejo perfecciona la virtud moral de la prudencia, la cual
nos lleva a discernir lo bueno de lo malo y elegir de entre lo bueno lo
mejor haciendo uso de nuestro entendimiento.
Este regalo de Dios se desarrolla en el alma humilde, dócil y obediente a
Dios que le habla al corazón a través de su Palabra, en la Oración, a través de su guía espiritual, a través de quien Dios disponga y de la manera en que El sabe que mejor le comprenderá.
Así también el Divino Guía se sirve de ella para aconsejar a sus hijos que
necesitan de su dirección, aliento y corrección.
Libera nuestros sentidos Haznos sencillos y humildes
Espirituales Señor, Dóciles a tus mandatos
Haznos sensibles a tu voz y danos la fortaleza para cumplir
Que tus palabras queden grabadas tu voluntad.
Con el fuego de tu amor
En nuestras almas, mentes y Amén
corazones.
Por: Carmen Silva
DON DE FORTALEZA
Cuando, escuchamos esta palabra, nos podríamos imaginar, a esas personas, fuertes, de las películas de acción, que todo lo pueden con una facilidad, increíble, o a esos atletas olímpicos, que con una facilidad llegan a la meta, entre otras cosas, pero tendríamos que preguntarnos, ¿Quién es fuerte en verdad?
El don de fortaleza nos alienta frente al temor de los peligros. Nos inspira el superarlos, y da una increíble confianza para vencer las dificultades.
Es la virtud, con la cual superamos la debilidad humana que se manifiesta en cientos de formas, pero sobre todo es nuestra capacidad de vencer el miedo. Tememos, por naturaleza, al peligro, a los disgustos y sufrimientos, a lo oscuro.
La fortaleza, conquistada conscientemente, es un antídoto contra las tentaciones de debilidad, del no hacer nada.
Entonces, es el don del Espíritu Santo, que nos sostiene para obrar de manera correcta y valerosa, lo que Dios quiere de nosotros, y superar las dificultades que encontramos en nuestro diario andar, a superar esas pasiones internas y la presión del mundo que nos rodea; diariamente, podemos experimentar nuestra propia debilidad, especialmente en el campo espiritual y moral, y cedemos, en ocasiones sin darnos cuenta.
Juan Pablo 11 nos dice: "Quizá nunca como hoy, la virtud moral de la fortaleza tiene necesidad de ser sostenida por el homónimo don del Espíritu Santo.
El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataques injustos ; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez".
Puede que no sea difícil de entenderlo o visualizarlo, desde la comodidad y seguridad de
nuestra vida diaria, pero solo debemos ver la vida y obra de tantas personas que supieron luchar y trabajar silenciosamente durante años, durante toda su vida, por la obra de Dios, eso es tener el don de la Fortaleza, bien arraigada en sus mentes y corazones.
Hablamos de gente que creyó, cuando todo el mundo decía que debían de ceder, que se enfrentaron valerosamente, a un mundo cruel y sin valores, que lucharon contra la incomprensión y el rechazo, que defendieron la Vida.
Que coraje y amor por Dios hay que tener en el momento en que algunos dicen que no.
Pareciera que para algunos nos resulta difícil aceptar que una persona, de carne y hueso, tan igual a nosotros, con virtudes y también defectos, pueda ser santa.
Creo que es el momento de mirarnos al espejo, y preguntarnos a nosotros mismos,
¿Qué tanta Fortaleza tenemos en nuestro corazón?, y averiguar sin temor, de lo que estamos hechos.
Por: Jorge Antonio Siña Neyra
El don de fortaleza nos alienta frente al temor de los peligros. Nos inspira el superarlos, y da una increíble confianza para vencer las dificultades.
Es la virtud, con la cual superamos la debilidad humana que se manifiesta en cientos de formas, pero sobre todo es nuestra capacidad de vencer el miedo. Tememos, por naturaleza, al peligro, a los disgustos y sufrimientos, a lo oscuro.
La fortaleza, conquistada conscientemente, es un antídoto contra las tentaciones de debilidad, del no hacer nada.
Entonces, es el don del Espíritu Santo, que nos sostiene para obrar de manera correcta y valerosa, lo que Dios quiere de nosotros, y superar las dificultades que encontramos en nuestro diario andar, a superar esas pasiones internas y la presión del mundo que nos rodea; diariamente, podemos experimentar nuestra propia debilidad, especialmente en el campo espiritual y moral, y cedemos, en ocasiones sin darnos cuenta.
Juan Pablo 11 nos dice: "Quizá nunca como hoy, la virtud moral de la fortaleza tiene necesidad de ser sostenida por el homónimo don del Espíritu Santo.
El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataques injustos ; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez".
Puede que no sea difícil de entenderlo o visualizarlo, desde la comodidad y seguridad de
nuestra vida diaria, pero solo debemos ver la vida y obra de tantas personas que supieron luchar y trabajar silenciosamente durante años, durante toda su vida, por la obra de Dios, eso es tener el don de la Fortaleza, bien arraigada en sus mentes y corazones.
Hablamos de gente que creyó, cuando todo el mundo decía que debían de ceder, que se enfrentaron valerosamente, a un mundo cruel y sin valores, que lucharon contra la incomprensión y el rechazo, que defendieron la Vida.
Que coraje y amor por Dios hay que tener en el momento en que algunos dicen que no.
Pareciera que para algunos nos resulta difícil aceptar que una persona, de carne y hueso, tan igual a nosotros, con virtudes y también defectos, pueda ser santa.
Creo que es el momento de mirarnos al espejo, y preguntarnos a nosotros mismos,
¿Qué tanta Fortaleza tenemos en nuestro corazón?, y averiguar sin temor, de lo que estamos hechos.
Por: Jorge Antonio Siña Neyra
DON DE CIENCIA
Cuando Cristo Resucitado asciende a los cielos no queda la humanidad sin la protección infinita de Dios, ya que desciende entonces el Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar, de repente vino del cielo una violenta ráfaga de viento que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2, 1- 3).
Concedió, así el Espíritu Santo los dones y carismas a los apóstoles y a la Virgen María.
Teóricamente esos dones son 7 pero escudriñando la vida de los Santos encontramos muchísimos más.
En esta página nos ocuparemos del Don de Ciencia; diremos entonces que la ciencia humana se caracteriza por afianzar conceptos producto de investigaciones deductivas partiendo de un hecho natural u objetivo a este proceso se llama rigor cien tífico.
El Don de Ciencia que proviene del Espíritu Santo viene y va hacia Dios perfeccionando la fe que debemos transmitir a los demás como el mejor servicio que se puede prestar a los hombres (Juan Pablo 11).
Esta ciencia no necesita probanza ni rigor científico, se basa en sus vehículos verdaderos de la fe y el amor infinito de Dios y en Dios; luz que permite conocer por ejemplo la verdad de la creatura, verdad que inspiró a San Francisco cuando se refiere: al hermano Sol y a la hermana Luna,
hermanándose con la creatura de Dios.
Asimismo ese don de ciencia espontáneo y sin necesidad de rigor científico en sus verdades inspiró a la Santa Sor Teresa de Calcuta, quien reconoció a través de la ciencia del Espíritu Santo que si Dios estaba en su cabeza, en sus ojos, en su mirada y en su final, transmitiría durante toda su vida las verdades de la fe y el amor de Dios por la humanidad.
Si comprendemos esto tomaremos sentido de su oración preferida.
Que Dios esté
en mi cabeza y en mi
entendimiento.
Que Dios esté en mis
labios y en mi palabra.
Que Dios esté en mis ojos
Y en mi mirada.
Que Dios esté en mi final
Y en mi partida.
¿No estuvo esta Santa a caso a la altura de los más reputados
científicos con este espontáneo descubrimiento?
Por: Miguel Angel
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar, de repente vino del cielo una violenta ráfaga de viento que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo" (Hechos 2, 1- 3).
Concedió, así el Espíritu Santo los dones y carismas a los apóstoles y a la Virgen María.
Teóricamente esos dones son 7 pero escudriñando la vida de los Santos encontramos muchísimos más.
En esta página nos ocuparemos del Don de Ciencia; diremos entonces que la ciencia humana se caracteriza por afianzar conceptos producto de investigaciones deductivas partiendo de un hecho natural u objetivo a este proceso se llama rigor cien tífico.
El Don de Ciencia que proviene del Espíritu Santo viene y va hacia Dios perfeccionando la fe que debemos transmitir a los demás como el mejor servicio que se puede prestar a los hombres (Juan Pablo 11).
Esta ciencia no necesita probanza ni rigor científico, se basa en sus vehículos verdaderos de la fe y el amor infinito de Dios y en Dios; luz que permite conocer por ejemplo la verdad de la creatura, verdad que inspiró a San Francisco cuando se refiere: al hermano Sol y a la hermana Luna,
hermanándose con la creatura de Dios.
Asimismo ese don de ciencia espontáneo y sin necesidad de rigor científico en sus verdades inspiró a la Santa Sor Teresa de Calcuta, quien reconoció a través de la ciencia del Espíritu Santo que si Dios estaba en su cabeza, en sus ojos, en su mirada y en su final, transmitiría durante toda su vida las verdades de la fe y el amor de Dios por la humanidad.
Si comprendemos esto tomaremos sentido de su oración preferida.
Que Dios esté
en mi cabeza y en mi
entendimiento.
Que Dios esté en mis
labios y en mi palabra.
Que Dios esté en mis ojos
Y en mi mirada.
Que Dios esté en mi final
Y en mi partida.
¿No estuvo esta Santa a caso a la altura de los más reputados
científicos con este espontáneo descubrimiento?
Por: Miguel Angel
DON DE PIEDAD
Los dones son disposiciones, gracias permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo. CEC
1830. Son don de Dios pero también esfuerzo nuestro. Son gracia de Dios y tarea nuestra.
Gracia y virtud.
Se llama con frecuencia Piedad cristiana o don de piedad, al conjunto de devociones que suelen practicar las personas buenas en honor de Dios Nuestro Señor, de la Virgen o de los Santos. Es también una virtud que nos mueve a tratar a Dios como a Padre, con afecto y confianza filiales, a María como madre, a los santos como amigos, modelos e intercesores.
Es una relación amorosa con Dios. Es un gustar de estar con Dios. Es gozar de su presencia. Es algo así como amor mutuo que vive, que se siente.
En todo acto de piedad o en toda devoción que practicamos ha de haber dos elementos: Un acto, un hecho personal, que es el rezo, la plegaria. Otro elemento interior, que es el amor filial, confiado hacia Dios. Es tal vez el mejor don, porque todo camina más fácil, hay más devoción, fervor. Todo es más bello con el don de piedad.
Enemigos de la piedad.
El pecado, la distracción, la frialdad, el respeto humano, la inconstancia, la apatía. Con estos defectos es dificil ser piadoso, gozar de Dios, que agrade estar con Dios, María, los santos.
La piedad es amor filial hacia Dios. Fue Jesucristo en el Evangelio quien nos reveló la paternidad divina. Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado ... (Mat. 6,9 y Luc. 11)
.,Y en el A.T.: ¿Acaso olvida una mujer a su hijo, y no se apiada del fruto de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré",
(ls 49, 14-1S'") Dios dio a nuestros padres la propiedad de engendrarnos e infundir un amor instintivo, vital hacia sus hijos. Es más Padre que todos los padres y más Madre que todas las madres.
Los frutos del don de piedad son entre otros: mejorar la vida cristiana, cierta paz y felicidad, nos fortalece en la vida. Nos hace más fervorosos y comprometidos.
Hay obras recomendables, necesarias de las que no podemos prescindir si queremos vivir la piedad cristiana como don y como virtud:
1. Asiste a misa y comulga si estás preparado todos los días.
2. Recibe la Reconciliación frecuentemente.
3. Reza cada día el Rosario en familia o sólo.
4. Lee diariamente la Biblia o algún libro piadoso.
S. Visita todos los días a Jesús Sacramentado.
6. Haz examen de conciencia con regularidad.
A Dios hay que darle tiempo, espacios apropiados para rezar, como lo más grande y bueno, lo mejor. Si hay piedad sincera las virtudes vendrán y crecerán pronto.
Por: P. Francisco Domingo
1830. Son don de Dios pero también esfuerzo nuestro. Son gracia de Dios y tarea nuestra.
Gracia y virtud.
Se llama con frecuencia Piedad cristiana o don de piedad, al conjunto de devociones que suelen practicar las personas buenas en honor de Dios Nuestro Señor, de la Virgen o de los Santos. Es también una virtud que nos mueve a tratar a Dios como a Padre, con afecto y confianza filiales, a María como madre, a los santos como amigos, modelos e intercesores.
Es una relación amorosa con Dios. Es un gustar de estar con Dios. Es gozar de su presencia. Es algo así como amor mutuo que vive, que se siente.
En todo acto de piedad o en toda devoción que practicamos ha de haber dos elementos: Un acto, un hecho personal, que es el rezo, la plegaria. Otro elemento interior, que es el amor filial, confiado hacia Dios. Es tal vez el mejor don, porque todo camina más fácil, hay más devoción, fervor. Todo es más bello con el don de piedad.
Enemigos de la piedad.
El pecado, la distracción, la frialdad, el respeto humano, la inconstancia, la apatía. Con estos defectos es dificil ser piadoso, gozar de Dios, que agrade estar con Dios, María, los santos.
La piedad es amor filial hacia Dios. Fue Jesucristo en el Evangelio quien nos reveló la paternidad divina. Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado ... (Mat. 6,9 y Luc. 11)
.,Y en el A.T.: ¿Acaso olvida una mujer a su hijo, y no se apiada del fruto de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré",
(ls 49, 14-1S'") Dios dio a nuestros padres la propiedad de engendrarnos e infundir un amor instintivo, vital hacia sus hijos. Es más Padre que todos los padres y más Madre que todas las madres.
Los frutos del don de piedad son entre otros: mejorar la vida cristiana, cierta paz y felicidad, nos fortalece en la vida. Nos hace más fervorosos y comprometidos.
Hay obras recomendables, necesarias de las que no podemos prescindir si queremos vivir la piedad cristiana como don y como virtud:
1. Asiste a misa y comulga si estás preparado todos los días.
2. Recibe la Reconciliación frecuentemente.
3. Reza cada día el Rosario en familia o sólo.
4. Lee diariamente la Biblia o algún libro piadoso.
S. Visita todos los días a Jesús Sacramentado.
6. Haz examen de conciencia con regularidad.
A Dios hay que darle tiempo, espacios apropiados para rezar, como lo más grande y bueno, lo mejor. Si hay piedad sincera las virtudes vendrán y crecerán pronto.
Por: P. Francisco Domingo
DON DE TEMOR DE DIOS
Es el Séptimo Don del Espíritu Santo, no se trata de temerle a un Dios castigador, ni mucho menos portarnos bien porque Dios nos va a dar de nalgadas ni nada parecido, primero tenemos que entender lo que son los dones del Espíritu Santo.
Estos dones se nos otorgan a través del Espíritu Santo, para el bien de nosotros mismos, podríamos decir que son hábitos, o favores, que Dios mismo ha colocado en nuestras mentes y corazones, son partes fundamentales del ser humano, sin ellos no seriamos lo que somos, seriamos como animalitos, sueltos en el bosque.
Entonces, ¿qué entendemos por el don del Temor de Dios? Es el que fortalece nuestra voluntad e inteligencia contra los apetitos desordenados y placeres deshonestos, otorgándonos una extraordinaria capacidad para entender la voluntad de Dios, y ser felices practicándola.
Simplemente es tener la capacidad de tomar la decisión de no pecar, porque sabemos que está mal, ni de ofenderlo, porque sabemos que le hacemos daño, y a nosotros mismos también, porque no estamos en su gracia, es llevar nuestras vidas como Cristo nos enseñó.
De ninguna manera es, vivir buscando ni tipificando nuestros pecados, y mucho menos buscarlos en otros, mientras nos creemos perfectos o con la capacidad de ser fiscal, juez y verdugo, ni vivir con la confianza excesiva en la misericordia divina, creyendo tontamente, que cualquier ofensa de hoy será perdonada mañana, y más aun, que ahora somos conscientes de lo que significa el temor a Dios.
Juan Pablo 11 nos lo explica mejor diciendo "Aquí se trata de algo mucho más noble: es el sentimiento sincero que el hombre experimenta ante la inmensidad de su Creador, especialmente cuando reflexiona sobre las propias infidelidades y sobre el peligro de ser "encontrado falto de peso" (Dn 5,27) en el juicio eterno, del que nadie escapa.
El creyente se presenta ante Dios "con el espíritu contrito y con el corazón humillado" (cfr Sal 50,51.19), sabiendo que debe atender a la propia salvación "con temor y te mblor" (Flp, 12).
Sin embargo, esto no significa miedo irracional, sino sentido de responsabilidad y de fidelidad a su ley".
Valoremos y honremos entonces, los dones del Espíritu Santo, llevando una vida digna, y justa, en Gracia, y entendamos que el ser humano se ha logrado, porque Dios así lo permitió, que no nos engañen con lo contrario.
No vivamos temiendo el castigo,
Vivamos en Cristo.
¡Es nuestra decisión!
Por: Verónica Gamarra Suárez
Estos dones se nos otorgan a través del Espíritu Santo, para el bien de nosotros mismos, podríamos decir que son hábitos, o favores, que Dios mismo ha colocado en nuestras mentes y corazones, son partes fundamentales del ser humano, sin ellos no seriamos lo que somos, seriamos como animalitos, sueltos en el bosque.
Entonces, ¿qué entendemos por el don del Temor de Dios? Es el que fortalece nuestra voluntad e inteligencia contra los apetitos desordenados y placeres deshonestos, otorgándonos una extraordinaria capacidad para entender la voluntad de Dios, y ser felices practicándola.
Simplemente es tener la capacidad de tomar la decisión de no pecar, porque sabemos que está mal, ni de ofenderlo, porque sabemos que le hacemos daño, y a nosotros mismos también, porque no estamos en su gracia, es llevar nuestras vidas como Cristo nos enseñó.
De ninguna manera es, vivir buscando ni tipificando nuestros pecados, y mucho menos buscarlos en otros, mientras nos creemos perfectos o con la capacidad de ser fiscal, juez y verdugo, ni vivir con la confianza excesiva en la misericordia divina, creyendo tontamente, que cualquier ofensa de hoy será perdonada mañana, y más aun, que ahora somos conscientes de lo que significa el temor a Dios.
Juan Pablo 11 nos lo explica mejor diciendo "Aquí se trata de algo mucho más noble: es el sentimiento sincero que el hombre experimenta ante la inmensidad de su Creador, especialmente cuando reflexiona sobre las propias infidelidades y sobre el peligro de ser "encontrado falto de peso" (Dn 5,27) en el juicio eterno, del que nadie escapa.
El creyente se presenta ante Dios "con el espíritu contrito y con el corazón humillado" (cfr Sal 50,51.19), sabiendo que debe atender a la propia salvación "con temor y te mblor" (Flp, 12).
Sin embargo, esto no significa miedo irracional, sino sentido de responsabilidad y de fidelidad a su ley".
Valoremos y honremos entonces, los dones del Espíritu Santo, llevando una vida digna, y justa, en Gracia, y entendamos que el ser humano se ha logrado, porque Dios así lo permitió, que no nos engañen con lo contrario.
No vivamos temiendo el castigo,
Vivamos en Cristo.
¡Es nuestra decisión!
Por: Verónica Gamarra Suárez
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