San Juan Bautista María Vianney, es su nombre pero en todo el mundo es conocido con el nombre de Cura de Ars. Nació en DardiUy, en las cercanías de Lyon (Francia), el 8 de mayo de 1786. Tras una infancia normal, a los diecisiete años Juan María concibe el gran deseo de llegar a ser sacerdote. Su padre, aunque buen cristiano, pone algunos obstáculos, que por fin son vencidos. El joven inícia sus estudios en el seminario, dejando las tareas del campo a las que hasta entonces se había dedicado.
LA ORACIÓN SEGÚN EL SANTO CURA DE ARS
Hermosa obligación del hombre: Orar y amar
Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.
El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis,
habréis hallado la felicidad en este mundo.
La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.
En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar.
Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.
Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él.
Nuestra oración es el incienso que más le agrada.
Hijos mios, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros.
Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.
En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el
sol.
Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración.
Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis
colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creed me, que el tiempo se me hacía corto.
Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios.
Su corazón no está dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y Santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con Él del mismo modo que hablamos entre nosotros.
Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos.
Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de ti ... " Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro ....
Ya pasado el tiempo, su vida, mermada por la enfermedad va llegando a su fin.
Hacia la medianoche el fm era inminente. A las 2:00 a.m. del Sábado 04 de Agosto de 1859, cuando una tormenta azotaba el pueblo de Ars, el Obispo M.Monnin leía estas palabras:
Que los santos ángeles de Dios vengan a su encuentro y lo conduzcan a la Jerusalén celestial", el Cura de Ars encomendó su alma a Dios.
Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de Ars.
El 08 de Enero de 1905, el Papa Pío X, Beatificó al Cura de Ars; y en la fiesta de Pentecostés, 31 de Mayo de 1925, en presencia de una gran multitud, el Papa Pío XI pronunció la solemne sentencia: "Nosotros declaramos a Juan Maria Bautista Vianney que sea santo y sea inscrito en el catálogo de los santos".
Por: Alipio y Liliana