TRANQUILICENSE Y NO TEMAN... SOY YO

Confiar no es estar seguro de que Dios me dará lo qeu me gusta sino lo qeu Él en su infinito amos y sabiduría quiere darme.

Jesús ordenó a los discípulos que se trasladaran a la otra orilla del lago de Genesaret. El Señor despidió a la gente y subió al monte para orar a solas. Los apóstoles tenían dificultades, pues las olas eran fuertes y habían viento contrario.
San Pedro duda y comienza a hundirse, luego el Señor lo rescata dándole la mano.

Hay que confiar plenamente, para no hundirse

Pensamos que lo que logramos son logros nuestros, olvidándonos que ¡nada! podemos si Dios no lo hace en nosotros.
De un amos sin límites y de un poder sin límites puedo fiarme. Y si a eso añado que ha muerto por mí, y se ha quedado en la Eucaristía, no tiene lugar el miedo.

"Tranquilícense y no teman... Soy Yo"

Dios es nuestra fuerza y firmeza; la confianza no consiste en no teenr tormentas alrededor, sino en saber qeu Dios esta allí, tanto en al tormenta, como en la calma, tanto en la luz, como en la oscuridad.

Todas las tormentas son ¡nada! ante su Poder infinito. La ausencia de tempestades no es paz, sino confianza plena de que -en tierra firme o sobre las aguas, en tormenta o en calma- el Señor está conmigo.

Hay seguridad, no porque no haya tormentas ni turbulencias en nuestra vida, sino porque confiramos ciegamente en que Dios no nos dejará hundir.
Acontece a los hombres y mujeres de hoy que confían más en su spropias fuerzas y en us spropias recursos, que en Dios y en lo qeu Dios hace en nosotros.

Cada latido de nuestro corazón depende de Dios

Lo qeu llamamos "nuestra" inteligencia,  "nuestras" capacidades, "nuestras" habilidades... ¿son realmente "nuestras" o nos vienen de Dios?  Entonces... los logros ¿de quién son?
Ciertamente, hay un esfuerzo por parte nuestra. Pero hasta el poder hacer ese esfuerzo es gracia de Dios. ¿Cómo podemos creer que los logros son nuestros? Las mayores inteligencias y potencias físicas mueren con la muerte.

Este domingo 07 de agosto, el Evangelio nos trer el relato de cuando San Pedro comenzó a hacer una cosa imposible para nuestra naturaleza humana: caminar sobre el agua. ¿Cómo sucedió este milagro y por qué Pedro comenzó a hundirse? (Mt. 14, 22 - 33)

Si confiamos en nosotros mismos y no en Dios, estamoe en peligro de hundirnos... si es que ya no nos hemos hundido. Sea en tierra o en mar, en calma o en tempestad, podremos ir en paz y con seguridad si tenemos toda nuestra confianza puesta en Dios.

Recopilación y comentario
P. Francisco Domingo C.M.