La parábola del Buen Samaritano invita a plantearse con seriedad el amor al prójimo. «Hacerse prójimo» con el necesitado.
¿Cuál es la medida del amor al prójimo? El Señor mismo dice:
«como a ti mismo» (Mt 22, 39), Y dice más: «amaos ... como yo os he
amado» (Jn 13,34).
Con el precepto del amor al prójimo:
hay que «hacerse prójimo» del necesitado, como el Buen Samaritano.
No podemos olvidar que los mandamientos se dividen en dos: los tres primeros en relación con Dios y los otros siete en relación con el prójimo.
«El Señor manda el amor a Dios y enseñó lajusticia para con el prójimo a fin de que el hombre no fuese injusto ni indigno de Dios. Así, por el Decálogo, Dios preparaba al hombre para ser su amigo y tener un solo corazón con su prójimo» (S. Ireneo) (2063).
Con un amor que no ame al prójimo por propia utilidad o placer, sino por
buscar eficazmente su bien, y así será verdadero dicho amor. Aunque cueste. Jesucristo es la medida del amor.
Con san Ireneo podemos decir, que siendo un solo corazón para Dios y para el prójimo, nos invita, nos impulsa ante todo sufriente, como el caminante de Jericó apaleado, que nos quita tiempo, descansos y nos trae complicaciones familiares, de responsabilidades y a veces enfrentamos con la justicia.
El samaritano pierde un día, paga plata, y de vuelta lo mismo.
El cristianismo sin amor afectivo y efectivo hacia el prójimo no es nada. (l Pedro 3, 8) "En conclusión, tened todos unos mismos sentimientos, sed
compasivos, amaos cama hermanos, sed misericordiosos y humildes".
Solamente los humildes aman de verdad.
Siempre que se hace algo por el prójimo surgen problemas, como a Jesucristo que todo lo hizo maravillosamente bien y al final se lo pagaron con la muerte.
La caridad es dolorosa a veces, nos quita tiempo, y nos da sinsabores. San
Pablo nos aclara en Filipenses 2, 5-7: 'Tened entre vosotros los mismos
sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo
ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando
condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz".
Buen Samaritano es aquel que da su tiempo, lo más valioso porque es la
misma vida, mi vida. Y lo da con un amor efectivo y afectivo, no de cualquier forma, pero siempre y a todos.
Amor que duele muchas veces. No es solo sentimiento que puede ser. Lo
auténtico es dar nuestro tiempo, cualidades, esfuerzos a quien Dios nos pone en el camino como al Buen Samaritano.
P. Francisco Domingo