No puedo menos de recordar al acercarme a la Semana Santa, además de Jesucristo y su Madre y nuestra madre, a todos lo personajes que rodearon a Jesús en estos últimos momentos de su vida a través de los tres años de vida pública, y hasta recordar al cobarde asesino que fue Herodes, el de los inocentes.
Tampoco uno no puede menos de pensar y preocuparse de que es posible ser uno de los Anás, Caifás, Pilatos, Herodes o el creiado que golpea a Jesús, o Simón el fariseo o toda la mancha farisea que no tenía corazón para aceptar a Jesús pero sus ojos sí veían que era el Mesías. No digamos los mercaderes del templo: en Mt 12, 13, "Está escrito: Mi casa será llamada Casa de Oración. pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".
Junto a todos estos ciegos del alma pienso que María y José de Nazaret. En Joaquín y Ana, en los pastores sencillos y en los Magos, en el profeta Simeón y la anciana Ana de Fanuel. Aquellos doctores que escucharon admirados a Jesús a los doce años que no sabemos si se convencieron. En Lc. 2, 47: Todos los que le oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas.:
Más tarde aparece Juan Bautista, fiel entre los fieles. Dice Juan Bautista entre otras cosas, Jn 3, 30: "es preciso que él crezca y que yo, (Bautista) disminuya". Los discípulos y los apóstoles, entre los que se dejaron invadir por Jesucristo, casi todos, menos uno.
En Mateo 26, 14 y 15: "Entonces uno de los doce, que se llamaab Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes y les dijo: ¿Cuánto me darán si se lo entregó?" Tres años escuchando y conviviendo con el Maestro y se le llama "traidor", sinónimo de bajeza, hipocresía, mentira, rencor, envidia, ambición y que es un ser desleal, infiel, renegado, ingrato, conspirador. De todo esto hubo mucho en el entorno de Cristo.
Un aparte merecen los amigos de Betania, Juan 1: "Había un hombre enfermo llamado Lázaro, qeu era de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta". Eran lo contrario que hemos dicho del traidor. De hecho con tres Marías y San Juan la fidelidad al pie de la cruz.
Me gustaría ser tan seguidor de Jesús como María. Desde Nazaret al Calvario. Nuestra madre es la única e irrepetible. La mejor. Se ha dicho con razón que la obra más perfecta de Dios fue la Virgen María porque nada en ella fue sino maravilloso. Junto a la cuna y la cruz. El mismo amor. Aunque nadie te crea yo sí te creo, parece decir María en el Gólgota. Me gustaría parecerme a Ella.
No puede uno menos de pensar si la Semana Santa la celebraramos como unos o como los otros. ¿De quién depende? Sólo de nosotros y la gracia de Dios que no faltará. La Semana Santa se celebra en el altar, pero en especial en el corazón, en el alma. Cristo nos espera.
P. Francisco Domingo C.M.