Sucederá tres veces durante el camino relativamente corto de la «vía dolorosa».
Cristo no puede seguir adelante, cargando la cruz por mucho rato. Ya se acabaron sus fuerzas (la agonía en el Getsemaní, la noche anterior entre los insultos de los jefes del pueblo, la flagelación y la coronación de espinas, lo han destruido, y cae agotado, los soldados se le acercan y le pegan sin compasión.
Jesús reúne todas sus fuerzas y se levanta sigue su camino sin decir una palabra. Han sido los pecados los que han aplastado contra la tierra al divino Condenado.
Han sido ellos los que determinan el peso de la cruz que él lleva a sus espaldas. Han sido los pecados los que han ocasionado su caída. Cristo se levanta a duras penas para proseguir el camino. Los soldados que lo escoltan intentan instigarle con gritos y golpes. Tras un momento, el cortejo prosigue…
En estas caídas de nuestro señor Jesucristo vemos que fue tanto el peso de la cruz agregándole, el cansancio y el sufrimiento que cayó, pero fue mucho más el peso de nuestros pecados por el cual cae de rodillas Jesús.
A menudo caemos en pecado por nuestras propias faltas y debilidades, es así que Cristo nos enseña a levantarnos y seguir adelante... Gracias Señor porque siempre tú estás allí para ayudarnos a levantar... ¡perdónanos Señor porque cuando después de habernos propuesto ser fieles a ti volvemos a reincidir en nuestras faltas, ofendiéndote. !!! ......
Jesús cae y se levanta. De este modo, el Redentor del mundo se dirige sin palabras a todos los que caemos. Nos exhorta a levantarnos. No bastan sudor, desvelo, cáliz, corona, flagelo, y aún mis propias culpas.
Enséñanos Señor a ser como tú , fuertes para poder levantarnos cada vez que tropecemos en la vida y caminar con más firmeza siguiendo siempre tu camino ...
Por Vicky Peña