EL SEPULCRO DEL SEÑOR ES UNA ESPERANZA

La décimo cuarta estación del Vía Crucis -JESÚS ES ENTERRADO O JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO- no es la estación de la desolación, de la tristeza, de la derrota, de la muerte. En el sepulcro nuevo de José de Arimatea no acaba nada, no acaba todo. Todo comienza en el sepulcro.



Si buscamos paralelos todo sucedió AL ATARDECER, en la hora de la calma, cometió Adán el gran pecado. También al atardecer quedó la falta redimida. Al atardecer vino de nuevo la paloma trayendo una rama de olivo en el pico. Nuestra paz está ahora con Dios asegurada, pues Jesús ha soportado su cruz. Su cuerpo descansa al fin.


«Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto» (Jn 12, 24). Estas palabras de Jesús antes de la Pasión nos dan la clave para entender lo que ha pasado. Jesús es ese grano de trigo que cae en tierra y muere. Ahora sus amigos, lo entierran; la tristeza les abate. Le han preparado un sepulcro nuevo donde nadie ha sido depositado para que desde ese momento inaugure él nuestro descanso.


Desde ese momento, unidos a Jesús, nuestro destino ya no es la muerte sino la resurrección, la vida nueva. Los que le condenaron pensaban que lo eliminaban para siempre, y no hicieron otra cosa, que sembrarlo para siempre en nuestro mundo.


La decimocuarta estación del Vía Crucis es así la estación de la paz, del silencio, de la fecundación, de la vigilia, de la espera, de la esperanza. Todo comienza allí. Todo comienza en el Calvario, donde no solo estaba la cruz sino también, muy cerca el sepulcro.


"Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe", escribió San Pablo. Pero Cristo resucitó de entre los muertos. La tumba quedó vacía. La cruz estalló en luz. El árbol de la cruz floreció y se convirtió para siempre en el árbol de la vida.


La resurrección de Jesús es según San Agustín, “…el arco de bóveda de nuestra fe y de nuestra esperanza”… Por eso, la estación decimocuarta del Vía Crucis es ya la estación de la Pascua, de la gloria, de la resurrección.


Por Milagros Gutierrez