Quédate con
nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte.
Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las
sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y
tú los haces arder con la certeza de la Pascua.
Estamos cansados del camino,
pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos
que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de
tu resurrección.
Quédate con
nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieblas de la
duda, del cansancio o de la dificultad: tú, que eres la Verdad misma como
revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir
la belleza de creer en ti
Quédate en
nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades,
consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a
ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza.
Tú que eres la
Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la
vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la
vida desde su concepción hasta su término natural.
Quédate, Señor,
con aquellos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los
pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han
encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la
sabiduría de su identidad.
Quédate, Señor,
con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de
nuestro Continente, protégelos de tantas insidias que atentan contra su
inocencia y contra sus legítimas esperanzas.¡Oh buen Pastor, quédate con
nuestros ancianos y con nuestros enfermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que
sean tus discípulos y misioneros!
Benedicto XVI
(Inauguración de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, Aparecida, 13 de mayo de 2007)