CASTEL GANDOLFO, 28 Feb. 13 / 12:09 pm
Gracias queridos amigos.
Estoy feliz de estar con vosotros, rodeado por la belleza del Creador y de vuestra simpatía que me hace mucho bien. ¡Gracias por vuestra amistad, vuestro afecto!
Saben que este día es distinto a los anteriores: seré Sumo Pontífice de la Iglesia Católica hasta las ocho de la noche y no más.
Seré simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra. Pero quisiera aún, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien común de la Iglesia y de la humanidad.
Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. Sigamos adelante con el Señor por el bien de la Iglesia y del mundo. Gracias.
Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Gracias. Buenas noches.
Fuente: www.aciprensa.com
"NO ME BAJO DE LA CRUZ" ULTIMA AUDIENCIA DEL PAPA BENEDICTO XVI
“NO ME BAJO DE LA CRUZ”
Benedicto XVI
En este momento mi ánimo se alarga para abrazar a toda la Iglesia esparcida en el mundo. Siento de llevar a todos en la oración, en un presente que es aquel de Dios. En este momento existe en mí una gran confianza porque se, lo sabemos todos, que la palabra de verdad del evangelio es la fuerza de la Iglesia, su vida. El evangelio purifica y renueva, lleva fruto, donde sea la comunidad de creyentes lo escucha y acoge la gracia de Dios en la verdad y en la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.
Cuando el 19 de abril de casi ocho años atrás, acepté asumir el ministerio petrino, tuve firme esta certeza que me ha siempre acompañado. En aquel momento, como ya expresé en muchas ocasiones, las palabras que resonaron en mi corazón son: ¿Señor, qué me pides? Es un peso grande el que me pones sobre las espaldas, pero si tú me lo pides, sobre tu palabra echaré las redes, seguro que tú me guiarás. Y el señor me ha verdaderamente guiado, me ha sido cercano, he podido percibir cotidianamente su presencia.
Pero supe siempre que en esta barca está el Señor y que esta barca no es mía, no es nuestra, es suya y no la deja hundirse, es él que la conduce, ciertamente también a través de los hombres que él ha elegido, porque así ha querido. Esta ha sido y es una certeza, que nada puede ofuscar.
En estos últimos meses he sentido que mis fuerzas habían disminuido y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, de iluminarme con su luz para hacerme tomar la decisión más justa no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia. He dado este paso en la plena conciencia de su gravedad y también novedad, pero con profunda serenidad de ánimo.
Amar a la Iglesia significa también tener la valentía de tomar decisiones difíciles, sufridas, poniendo siempre en primer lugar el bien de la Iglesia y no sí mismos.
Siempre, porque quien asume el ministerio petrino no tiene más alguna privacidad. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. A su vida, por así decir, es quitada la dimensión privada. El siempre es también un para siempre, no existe más un regresar a la vida privada. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No regreso a una vida de viajes, encuentros, recepciones y conferencias.
No abandono la cruz, sino que permanezco en modo nuevo adherido al crucifijo. No tendré más la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración me quedo, por así decir, en el recinto de San Pedro.
He podido experimentar, y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe vida cuando la dona. El Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de su comunión, porque no pertenece más a sí mismo, pertenece a todos y todos pertenecen a él.
Agradezco a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con la cual habéis acogido esta decisión tan importante. Yo continuaré a acompañar el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con la dedicación al señor y a su esposa que he buscado de vivir hasta ahora cada día y que quiero vivir siempre.
Fuente: http://infocatolica.com/
Último Ángelus del Papa Benedicto XVI
24 de febrero, 2013. (Romereports.com) Esta es la
última vez que Benedicto XVI se asomará a la ventana de los Papas para dirigir
el ángelus como Sucesor de Pedro. Para acompañarle y despedirle han llegado
hasta la plaza de San Pedro y los alrededores del Vaticano unos 200 mil
peregrinos que con pancartas agradecían a Benedicto XVI sus casi ocho años al
frente de la Iglesia.
En este último ángelus, Benedicto XVI habló claramente de su retiro, y dijo que es algo que Dios le pide “servir a la Iglesia de un modo más adecuado” a su edad y fuerzas.
BENEDICTO XVI
“El Señor me pide que “suba a una montaña” para dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia. Es más, si Dios me pide esto es precisamente para poder seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas”.
Fuertes aplausos interrumpieron en varias ocasiones el discurso de Benedicto XVI y antes de terminar el Papa volvió a agradecer la cercanía y el apoyo que ha recibido en los últimos días de su pontificado. Por eso, sus últimas palabras fueron este emocionado saludo.
BENEDICTO XVI
“Muchas gracias, estaré siempre cerca de vosotros”.
Este ángelus es la primera aparición pública tras la semana de ejercicios espirituales y el último que hará como Papa. El lunes se reunirá con algunos cardenales de la Curia romana y el miércoles tendrá lugar su última audiencia general, el último encuentro público como Benedicto XVI.
En este último ángelus, Benedicto XVI habló claramente de su retiro, y dijo que es algo que Dios le pide “servir a la Iglesia de un modo más adecuado” a su edad y fuerzas.
BENEDICTO XVI
“El Señor me pide que “suba a una montaña” para dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia. Es más, si Dios me pide esto es precisamente para poder seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas”.
Fuertes aplausos interrumpieron en varias ocasiones el discurso de Benedicto XVI y antes de terminar el Papa volvió a agradecer la cercanía y el apoyo que ha recibido en los últimos días de su pontificado. Por eso, sus últimas palabras fueron este emocionado saludo.
BENEDICTO XVI
“Muchas gracias, estaré siempre cerca de vosotros”.
Este ángelus es la primera aparición pública tras la semana de ejercicios espirituales y el último que hará como Papa. El lunes se reunirá con algunos cardenales de la Curia romana y el miércoles tendrá lugar su última audiencia general, el último encuentro público como Benedicto XVI.
LA CUARESMA... DE ANTAÑO
Me han pedido escribir algo sobre la
Cuaresma de antaño.
Esencialmente, la Cuaresma ha sido siempre
y sigue siendo "tiempo de penitencia y tiempo de conversión y santificación".
Pero, lo que suele cambiar en la sociedad
es la interpretación y la vivencia de los principios.
Hace 60 ó 70 años, cuando yo era joven, la
Cuaresma era realmente un tiempo "fuerte": de austeridad, de oración,
de reflexión, de sacrificio, de mortificación auténtica; y todo esto gustaba,
en general, a los cristianos.
El ayuno y la abstinencia de que habla el
catecismo nos parecía una cosa normal, oportuna y conveniente, sea para la
salud del alma que del cuerpo.
Y nos ayudaban, cierto, las circunstancias
de tiempo y lugar; ya que, cuando yo era muchacho, hubo guerras, hambre y
restricciones de todo género, que nos acostumbraron a la abstinencia y a la
mortificación más severa.
La carne, en ese tiempo, "brillaba por
su ausencia" y escaseaba también el pan de cada día. Así que resultaba
fácil, en ese tiempo, vivir la Cuaresma en el sentido más estricto.
Las normas del Catecismo hablaban
claramente de esta obligación y de la manera de ponerla en práctica, según las circunstancias.
Así que había, como siempre, unas dispensas
en casos especiales, como para los enfermos y los ancianos. Pero, también en
estos casos, era frecuente y conmovedor el ejemplo de cumplimiento fiel y generoso.
Y esto debería ser lo normal. Ya que Cristo nos ha
enseñado el sacrificio, con su palabra y sobre todo con su vida de austeridad y
con su pasión y muerte.
En el evangelio leemos que, en cierta
ocasión, los discípulos se extrañaron al ver al Señor tan entregado a su
trabajo apostólico que se olvidaba también de comer; y se lo dijeron.
Y Jesús aclaró: "Tengo un pan que ustedes
no conocen". Se refería a su decisión de cumplir siempre la voluntad del
Padre.
Es esto que nos alimenta, nos fortalece y
nos da tanta paz: confiar en el amor de Dios, autor de todo bien, y aceptar la
cruz de todos los días, como hizo Jesús. Es ésta le mejor forma de vivir la Cuaresma,
hoy como antaño.
Por: P. Alfio Giorgi C.M.
BENEDICTO XVI, UN PONTIFICADO POR CRISTO Y POR LA IGLESIA
El 16 de abril de 2005 cumplía 78 años. El cardenal Joseph
Ratzinger tenía ante sus ojos la apertura inminente del cónclave. A los tres
días, el 19 de abril, era elegido Papa, el 264 sucesor del apóstol san Pedro.
Iniciaba así una nueva etapa en su vida.
Más de uno habrá pensado, en aquel día de
abril de 2005: ¿qué puede hacer un hombre que empieza a ser Papa a los 78 años?
Nos gustaría encontrar parte de la respuesta ahora, en febrero de 2013, cuando
va a renunciar a su misión petrina. Descubriremos con asombro que se pudo hacer
mucho en el mundo de lo visible y cuantificable. Lo invisible, lo más profundo, lo que llega a los corazones,
sólo lo conoce Dios.
Benedicto XVI asumió, desde el inicio de su
trabajo como Papa, el mensaje íntegro del Concilio Vaticano 11, como explicó a los
cardenales que lo habían elegido. Buscó defenderlo de interpretaciones
erróneas. Supo tender la mano a quienes, como los seguidores del obispo Lefebvre, no lo habían
comprendido.
Intentó aplicarlo de modo correcto y
profundo en puntos no siempre bien interpretados. Con la mirada puesta en el
Concilio convocó un Año de la fe (2012-2013), para celebrar y meditar, tras 50 años
de su inicio, lo que significó aquel acontecimiento iniciado por Juan XXIII y llevado
a puerto por Pablo VI.
En estos casi ocho años el Papa nos ha
regalado tres encíclicas. La primera (Deus caritas est), firmada en
diciembre de 2005 y publicada a inicios de 2006, está dedicada al tema del
amor. La segunda (Spe salvi), dada a luz a finales de 2007, trata de la
esperanza. La tercera (Caritas in veritate), de 2009, analiza y aplica
la doctrina social de la Iglesia para el contexto que ahora vive el mundo
globalizado.
En estos años Benedicto XVI ha presidido
cinco Sínodos de los obispos. Uno dedicado a la Eucaristía (en 2005); otro a la
Palabra de Dios en la vida de la Iglesia (en 2008); dos especiales, uno para
África (en 2009) y otro para analizar la situación de los católicos en Medio
Oriente (en 2010); y uno para el tema de la Nueva evangelización (en 2012).
Por lo que se refiere a sus viajes
apostólicos, el Papa realizó importantes viajes fuera de Italia: a Brasil (en
2007), para dar inicio a los trabajos de la Conferencia general del episcopado latinoamericano.
A varios países de África: Camerún y Angola (en 2009), y a Benin (en 2011, para
entregar la exhortación postsinodal Africae munus). A varios países de
Europa: Alemania (en los años 2005, 2006 Y 2011), España (2006, 2010 Y 2011),
Polonia (2006), Austria (2007), Francia (2008), República Checa (2009), Gran
Bretaña y Portugal (2010).
Viajó a Turquía, tras las huellas de san
Pablo, en 2006. También visitó los Estados Unidos de América y dirigió un
importante discurso a las Naciones Unidas (en abril de 2008). Llegó hasta las
lejanas tierras de Australia, para la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney
(2008). Y visitó, como lo habían hecho Pablo VI y Juan Pablo 11, Tierra Santa
(mayo de 2009).
En el año 2012 tuvo el valor de volar a
América para visitar México y Cuba. Y también ese mismo año quiso visitar el
Líbano para entregar simbólicamente a todos los católicos de Medio Oriente la
exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Medio Oriente.
Sin poder llegar físicamente, el Papa tuvo siempre
muy cerca de su corazón a los católicos en China, a los que envió una
importante carta el 27 de mayo de 2007, y a los que acompañó con reuniones
especiales tenidas en el Vaticano durante estos años.
Italia también fue objeto de 30 viajes del
Vicario de Cristo. El último, el 4 de octubre de 2012, lo llevó como peregrino
a Loreto, para evocar el famoso viaje que Juan XXIII hiciera poco antes del
Vaticano II.
En la diócesis de Roma el Papa se hizo
presente en varias parroquias, con el deseo de contactar directamente con los
párrocos y los fieles de la Ciudad Eterna. Conservan una frescura especial sus
discursos, espontáneos, a los sacerdotes de la Ciudad Eterna y a los
seminaristas del Colegio romano.
En estos años de pontificado Benedicto XVI acogió a millares de
obispos de todo el mundo llegados a Roma para la visita que hacen,
cada cinco años (o con un espacio de tiempo mayor), al Sucesor de Pedro, o por otros motivos, encontraron
en el Papa a un hermano en el episcopado y a un servidor incansable del Evangelio.
En estos años dirigió su palabra, casi sin interrupción, en
centenares de audiencias generales de los miércoles en el Vaticano. En ellas,
acogió y concluyó un ciclo temático dedicado a los Salmos, que había sido
iniciado por Juan Pablo II en sus últimos años de Papa. Luego, empezó una serie de
catequesis sobre los apóstoles y los discípulos más cercanos al Señor, sobre la Iglesia primitiva, sobre
los Santos Padres y sobre los santos y hombres de fe más representativos a lo
largo de los siglos.
Durante estas catequesis insertó un ciclo sobre
san Pablo (2008-2009), y varias audiencias estuvieron dedicadas al Año sacerdotal o a
diversos acontecimientos de la Iglesia. Las temáticas de los últimos meses
fueron la oración y, con motivo del Año de la fe, esa virtud teologal que nos
une a Dios y a su mensaje.
En estos años, Benedicto XVI promovió la
vida litúrgica, especialmente la centralidad de la Eucaristía. Tienen una
importancia especial dos documentos: la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum
caritatis (publicada en 2007); y el Motu Proprio Summorum Pontificum sobre la Liturgia romana
anterior a la Reforma de 1970 (también publicado en 2007). Ha habido otras medidas
concretas, como la petición de una más fiel traducción de las palabras consacratorias
de la Misa. Estas intervenciones buscaron rescatar el genuino sentido de la liturgia y revitalizar el
rito romano de la Misa usado hasta las reformas del Concilio Vaticano II.
No podemos olvidar las homilías en las que Benedicto XVI, con un profundo sentido espiritual, quiso ilustrar signos y aspectos que forman parte de la liturgia de la Iglesia y que merecen ser vividos de modo consciente y en un clima de fe orante.
En estos años el Papa dio pasos concretos en el diálogo ecuménico y tomó disposiciones para acoger a grupos importantes de la iglesia anglicana que deseaban volver a la plena comunión con la Iglesia católica (especialmente con la constitución apostólica Anglicanorum coetibus, publicada en 2009).
En estos años promovió el diálogo
interreligioso,
con
momentos de mayor visibilidad durante las ya recordadas visitas a Turquía (2006) y a Tierra Santa
(2009), y en la histórica presencia de Benedicto XVI en la Sinagoga de Roma (en enero de 2010).
En estos años pudo continuar su trabajo como teólogo al dar forma concreta a un sueño que llevaba en su corazón antes de ser elegido Papa: escribir tres libros sobre Jesucristo, dos con el título de Jesús de
Nazaret, publicados en 2007 y 2011 respectivamente; y otro sobre La infancia de Jesús (2012).
Se podrían comentar tantos otros aspectos eclesiales, culturales, teológicos, filosóficos, y simplemente humanos, de estos casi ocho años que han marcado el corazón y la vida de la Iglesia
desde los gestos y las palabras de un Papa, Benedicto XVI, que fue elegido con 78 años, y que
supo trabajar, sencillamente, con la
mirada fija en quien un día le llamó y le dijo: "Sígueme".
Hoy está a punto de dejar su puesto de
Vicario de Cristo, de Sucesor de san Pedro. Libremente, con un gesto valiente y bien ponderado, vuelve a confiar en el Maestro y espera, con su renuncia, dejar espacio a la llegada de un nuevo Obispo de Roma que tenga las energías y la salud necesarias para guiar a la Iglesia en estos momentos de la
historia.
Llenos de gratitud hacia este "humilde servidor", millones
de católicos elevan una oración agradecida y una súplica confiada a Dios Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo, con la intercesión de la Virgen Santísima y de los Santos, por la salud y las intenciones de Benedicto XVI.
En estos momentos de intensa emoción, recordamos sus primeras palabras como Obispo de Roma, el 19 de abril de 2005, cuando saludaba a la gente desde el balcón central de la Basílica de San
Pedro:
"Queridos hermanos y hermanas: después del gran Papa Juan Pablo
II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor.
Me consuela el hecho de
que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo
a vuestras oraciones.
En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. iGracias!"
iMuchas gracias Santo Padre!
Fernando Pascual IC. 18
Feb 2013.CREO EN TI, SEÑOR
Creo en el Espíritu
Santo.
Creo que él puede
desmontar
mis prejuicios.
Creo que él puede
cambiar
mis hábitos.
Creo que él puede
superar
mi falta de interés.
Creo que él me puede dar
fantasía para amar.
Creo que él me puede
poner
sobre aviso frente al
mal.
Creo que él me puede dar
valentía
para hacer lo que es
bueno.
Creo que él me puede
inspirar amor
a la palabra de Dios.
Creo que Él me puede dar
un hermano, una hermana que me
acompañan en mi caminar.
Creo que él puede penetrar
y transformar todo mi
ser.
P. Karl Rohner s. J.
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