En un programa de televisión de la madre Angélica, en Estados Unidos (EWTN), relataron un episodio poco conocido de la vida de Juan Pablo II.
Hoy domingo III, Jesús y sus amigos los apóstoles, nos vien bien esta anéctoda que cuenta la Madre Angélica. la amistad de dos sacerdotes amigos, la amistad y apertura que lograba Juan Pablo II, con todos, salvaron la vocación de un "mendigo".
Un sacerdote norteamericano de la Diócesis de Nueva York, le llamamos P. Robert, en un viaje a Italia, se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma y a la puerta se encontró con un mendigo. Después de observarlo fijamente, se dió cuenta de que conocía a aquel hombre. ¡Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él!. Habían sido amigos en los estudios y después cada uno marchó a sus destinos. Ahora mendigaba a las puertas de las iglesias.
El sacerdote, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo, lo conoceremos como P. Peter, cómo había perdido su fe y su vocación. El sacerdote neoyorquino quedó profundamente impresionado y estremecido.
Al día siguiente el P. Roberto, tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada, a la que se asiste con invitación personal, del Papa, al que podría saluar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno sintió el impulso de arrodillarse ante el santo Padre y peridr que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación del sacerdote-mendigo, P. Peter, al Papa.
Un día después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo, P. Peter.
El sacerdote buscó a su amigo de seminario, y le comentó el deseo del Papa. Al principio el mendigo se resistió, de ninguna forma iba a ir al Vaticano y menos a sentarse a la mesa del Papa. Una vez convencido el P. Peter, su amigo el P. Robert, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.
El Pontífice, después de la cena, pidió a P. Robert, que le dejara solo con el P. Peter - mendigo, y el Papa le pidió que le escuchara su confesión. Que confesara al santo Padre, al mismo Juan Pablo II. El hombre, impresionado, respondió que ya no ejercía como sacerdote, a lo que el Papa contestó: "una vez sacerdote, sacerdote siempre". "Pero estoy fuera de mis facultades de sacerdote, suspendido", insistió el mendigo sacerdote. "Yo soy el obispo de Roma, el Papa, me puedo encargar de eso", dijo Juan Pablo II.
El mendigo que era sacerdote tambien escucho la confesión del Santo Padre. El sacerdote-mendigo le pidió a su vez a Juan Pablo II que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando. El Santo Padre le designó como asistente de párroco de la misma comunidad parroquial, y encargado de la atención a los mendigos.
La fuente es la Madre Angélica.
El Papa puede levantar toda excomunión y suspensión a todos los sacerdotes y fieles cristianos del mundo. Ese día el Papa usó de todos sus poderes de Vicario de Cristo, pero también como amigo. La segunda encíclica de Juan Pablo II, fue precisamente: DIVES IN MISERICORDIA: (DIOS PADRE, RICO EN MISERICORDIA), 30 - 11 - 1980.
Dios siempre es infinito en misericordia.