SEÑOR, QUEDATE CON NOSOTROS

El Señor se hace el encontradizo, pero los discípulos están metidos en sus asuntos, sumergidos en sus problemas. Es por eso que muchas veces no vemos a Dios. "Cuán afable se les mostró, cuán familiarmente los acompañó", comenta fray Luis de Granada, pero los perefrinos de Emaús no se dan ni cuenta.
Es como aquella historia que se repite tanto: "Señor, ¿dónde estabas cuándo tanto te necesitaba?" - dice una persona al Señor - . Y responde Jesucristo: "Cargándote, sirviéndote de apoyo, para que no te desesperes"



Quédate con nosotros, tus hijos,          No te vayas Jesús que anochece
¡oh, Divino Jesús!                                y se apaga la fe
Te decimos lo mismo que un día          que los hombres se olvidan
los dos de Emaús...                            Dios mío y el mundo no te ve

Quédate buen Jesús que anochece      Quédate por piedad
y se apaga la fe                                  no te vayas, te decimos
que las sombras avanzan, Dios mío     lo mismo que un día
y el mundo no ve.                               los dos de Emaús

Todos necesitamos de Dios
Nos olvidamos cuando sentimos que triunfamos. Fuertes, seguros, exitosos.
Pero queremos ignorar que todo viene de Dios. No nos apartemos del sol que nos helamos.
También tengo la experiencia que cuando acudimos para ayudar a alguien, nuestros problemas nos duelen menos. Así es Dios. Si nos ocupamos de sus cosas y de los que sufren, él se ocupará de nosotros y nuestras dificultades.

Dios, el prójimo y los pobres
Y Jesucristo dice que ni un vaso de agua quedará sin tenerse en cuenta: Mateo 10, 42: "Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa, yo se lo digo". Y Cristo no miente. La verdad en esta vida y en la otra.
Mejor nos quedamos con Dios y con el prójimo.

Quedate con nosotros, tus hijos,
¡oh, Divino Jesús!
Te decimos lo mismo que un día
los dos de Emaús...

Se quedó con ellos en Emaús. Ahora se queda con nosotros en el hermano, en la oración y en la Eucaristía.

P. Francisco Domingo