Dios no nos ha hecho para sufrir pero tampoco para vivier sin frenos. La libertad de escoger, es buena, pero la tragedia, una tragedia auténtica, si escogemos mal: cualquier pecado. Lo ideal sería dentro de nuestra libertad buscar siempre a Dios y lo que es bueno ante Él.
La Cuaresma es tiempo de meditación y oración con Dios, de evaluarnos, de reconocer lo qeu no es bueno en nosotros, de pedir perdón, de cambiar. Pueden ser hechos muy graves, o no tan graves. Mortales o no tan mortales, pero todo lo que es moralmente malo, no va con Jesucristo. Por eso La Cuaresma es tiempo de hacer un stop, un alto en el camino y preguntar a Dios como nos ve.
"Mientras que Cristo, santo, inocente, sin mancha, no conoció el pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación" (LG 8; cf UR 3:6)
Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores (cf 1Jn 1, 8-10).
En todos, la cizaña del pecado todavía se encuentra mezclada con la buena semilla del Evangelio hasta el fin de los tiempos (cf Mt 13, 24-30). La Igleais, pues, congrega a pecadores alcanzados ya por al salvación de Cristo, pero aún en vías de sanrificación... Catecismo de la Iglesia Catolica N° 827.
REZAMOS EN EL SALMO 50, MISERERE
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
Renuévame por dentro con espíritu firme;
No me arrojes lejos de tu rostro,
No me quietes tu Santo Espíritu.
Todas nuestras obras son para Dios, para nosotros y también para todos aquellos que nos ven. Los buenos ejemplos, las acciones correctas, la oración piadosa, la caridad con todos, el acercarnos a los sacramentos, sin duda, hacen también mucho bien a los que nos rodean. Nuestra convesíón personal es también misionera. "Las palabras convencen, los ejemplos arrastran".
El miércoles de ceniza decía Benedicto XVI "¡Todos pueden abrirse a al acción de Dios..." "Con nuestro testimonio evangélico, los cristianos debemos ser un mensaje vivo; más aún, en muchos casos somos el único Evangelio que la gente de hoy lee todavía. (...) He aquí una razón más para vivir bien la Cuaresma: ofrecer el testimonio de fe vivida a un mundo en dificultad que necesita volver a Dios, que necesita conversión".
La Cuaresma puede ser un tiempo extraordinario para ser mejores, cambair lo qeu hay que cambiar, reconciliarnos con Dios y los hermanos y de paso evangelizar a los que nos ven.
P. Francisco Domingo C.M.