Esta parábola se ha llamado la parábola del hijo pródigo, de los dos hijos pródigo, del hermano mayor del hijo prodigo, y hoy en día se habla de la parábola de Jesucristo y los dos hijos pródigos, porque Cristo es el único maravilloso.
"Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre". El que pronuncia estas palabras estaba tirado por el suelo. ¿De dónde le viene esta esperanza? Le viene por el hecho mismo de que se trata de su padre. "He perdido mi condición de hijo; pero el padre no hay perdido su condición y sigue siendo mi padre."
No hace falta que ningún extraño interceda cerca de un padre; el mismo amor del padre intercede y suplica en lo mas profundo de su corazón a favor del hijo. Sus entrañas de padre se conmueven para engendrar de nuevo a su hijo por el perdón. San Pedro Crisólogo (400-450).
"... En la parábola llamada Del Hijo Pródigo, cuyo centro es el padre misericordioso (Lc. 15, 11-24)aparece: una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra; la humillación, apacentar cerdos, la reflexión sobre los bienes perdidos...; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno...
"...La acogida y entusiasmo del padre. ...El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y a su familia, que es la Iglesia. Solo el corazón de Cristo pudo revelarnos el abismo de su misericordia de manera tan llena de simplicidad y de belleza". Catecismo de la Iglesia Católica 1439.
Contradice el sentir de Jesucristo con la conducta del hermano mayor y de los que nos creemos mejores: "La inmisericordia". Falta el corazón y el Evangelio; no sabemos amar. No tiene el hijo mayor humildad, bondad, perdón, olvido. No puede compartir con los de abajo porque les cree menos; y, con los de arriba, porque se muere de envidia... En realidad no sabe amar.
En esta parábola, son trágicos los dos hijos. Pero mas trágico es el hijo mayor. El menos es la oveja perdida que vuelve a la casa que no se le humilla y que se hace una gran fiesta. Cristo es sublime con los dos hijos: corre al encuentro cuando divisa a su hijo menor, que es alocado pero es su hijo. Y sale a la calle para invitar que entre al baile y a la fiesta al hijo mayor, porque aunque es soberbio, también es su hijo y quiere que todos celebren el reencuentro familiar, dando abrazos y como un solo corazón.
P. Francisco Domingo C.M.