"El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada... que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador: que nos llegara la luz. (S. Gregorio de Nisa).
Dice Santo Tomás que toda palabra buena la diga quien la diga viene del Espíritu Santo. Y podemos decir lo mismo de las obras buenas. Claro que como nos enseñaban en la catequesis de niños, no basta algo bueno.
En un puente de diez arcos no basta pasar unos cuantos hay que pasar los diez arcos porque de lo contrario no podemos pasar a la otra orilla. El cristiano que es iluminado por al persona de Cristo, sus palabras y sus ejemplos, resplandece en toda su vida.
En nuestra vida se nos presenta por la radio, televisión, internet, cine, modelos que de modelos nada tienen. Tal vez artistas, deportistas, hasta científicos que en su rama son excelentes, hasta científicos que en su rama son excelentes, genios, superdotados, pero que en conducta, valores, principios, son nulos, escandalosos, perniciosos, para la juventud y para los mayores. Se necesitan una Teresa de Calcuta, Juan Pablo II... ellos sí son modelos, son luz.
Los verdaderos héroes a veces se olvidan porqu su sacrificio no se valora. Pero todo lo que se parece a Cristo es luz. Cuando se da la entrega, el tiempo y la vida, a veces por los demás, y más aún por Dios, están siguiendo LA LUZ.
Nos dice el CEC 457: El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10)". "El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1 Jn 4, 14). "Él se manifestó para quitar los pecados" (1 Jn 3, 5): vino para ser nuestra luz, como persona, con su ejemplo, con sus palabras. Y nadie mejor que Él.
Nos enseña San Juan en el evangelio 8, 12, Jesús les habló de nuevo diciendo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida".
Una vez más podemos decir que si nos dejamos ilulminar por la vida de Cristo y su persona, con los milagros y las parábolas y las alegorías de San Juan, del pastor y la vid, vamos a caminar como el discípulo y misionero que nos habla Aparecida.
Cuando nos revestimos de los sentimientos de Cristo: Romanos 13, 14 "Revestíos más bien del Señor Jesucristo". le imitamos, le seguimos es tan modelo que si todos los cristianos le siguiéramos el mundo sería una gran hoguera, una gran luz pero no artificial sino un mundo mucho más justo, más humano, más cristiano.
P. Francisco Domingo C.M.