Reconciliación, Regalo de Jesucristo


Se le denomina sacramento de reconciliación porque da al pecador el amor de Dios que reconcilia: «dejaos reconciliar con Dios» (2 Cor. 5, 20). El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: «ve primero a reconciliarte con tu hermano» (Mt. 5, 24).


El sacramento de la Penitencia está constituido por el conjunto de tres actos realizados por el penitente:
1. El arrepentimiento,
2. La confesión y
3. El propósito,
4. Y uno, por parte del sacerdote: la absolución.

Los fines de la reconciliación, la confesión, la conversión, son maravillosos: 
1) Perdón de los pecados y
2) Conocimiento propio y
3) Humildad.
4) Búsqueda de orientación.
5) La reconciliación con Dios por la que el penitente recupera o aumenta la gracia.
6) La reconciliación con la Iglesia.
7) La remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales.
8) La remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado.
9) La paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual.
10) Fuerza espiritual para el combate cristiano.


«Los que se acercan al Sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones» (CEC 1422).


San Agustín (+430), dirá que Dios no sólo perdona sino que restituye la inocencia.


P. FRANCISCO DOMINGO