EL PADRE MARAVILLOSO DE LOS DOS HIJOS PRODIGOS





En la parábola del padre de los dos hijos pródigos los principales personajes del relato de San Lucas 15, 10 – 32, son: el Padre, el hijo mayor y el hijo menor. El menor es el que se roba la atención. El Padre bueno está dispuesto a darle su parte de la herencia aún antes de morir. Pedirle la herencia es como decirle: "padre, yo no puedo esperar más a que te mueras, dame mi parte de la herencia." y el padre se la da y se larga. Es tu problema se adivina que dijo el hijo mayor al menor. El mayor sacaba ventaja si se quedaba solo con el viejo en la casa y en la hacienda. En ningún hermano amor filial. Los dos pródigos.

No pensemos solamente en este joven borrachín, marihuanero, coquero, divetido, jalado en varios o todos los cursos o sin ir a la universidad engañando a los padres, de vida desenfrenada, sino en todos los que de una u otra forma dejan a Dios y se quedan vacíos. También hay los que parecen buenos pero llenos de desprecios por todos o indiferencia. Los que murmuran y en el fondo se alegran de los que caen en el pecado y lo comentan, lo agrandan en lugar de buscar remedios y rezar por ellos. Pródigos somos todos los que no amamos a Dios y al prójimo.

Mientras paga, el menor, por satisfacerse a sí mismo, no cae en cuenta que su herencia se está acabando. La Biblia dice que vino un hambre a esa región. Pero tampoco dijo voy a regresar. No, él no haría tal cosa, después de todo tenía amigos. Ninguno apareció ni le invitó a su casa. Visitó a un hombre de ese lugar que tenía una hacienda y le pidió ayuda. Se presentó como experto. A veces vendemos humo, nos ponemos cualidades y títulos, cuando lo importante es lo que Dios piensa de nosotros. El menor TOCÓ FONDO. La primera razón es tengo hambre. Después vendrá la admiración de la MISERICORDIA del Padre contra LA INMISERICORDIA del mayor.

Es el padre el que corre a recibir a su hijo. Para nada le lanza palabras clásicas: TE LO DIJE. Abrazándole y echándosele al cuello le besó, un anillo al dedo y traje de lujo, y no le dejaba hablar de la alegría. Hay diferencia de hacer las fiestas sanas y las fiestas podridas. El Padre quiere celebrar la fiesta familiar con los dos hijos. El mayor diría VOLVIÓ EL LOCO y amargó la fiesta.

Son dos hijos pródigos, no uno: peor el que se cree mejor. Peor el que queda en casa por miedo o por interés pero no ama al Padre ni a su hermano. Es interesado, desamoroso, distante, orgulloso, tal vez se ríe del padre y tal vez quiere que el padre y el hermano desaparezcan para heredar.

Dos clases de pródigos, los que se van lejos y vuelven con humildad y piden perdón y los que se quejan de que alguien se arrepienta y no le creen y no les guata que haya fiestas por los que regresan a casa y son bien recibidos. Todos tenemos un poco de los dos. Todos tenemos lo que llamamos pecados, todos dejamos que las personas se hundan y no damos tiempo, amor, preocupación por los otros. Nos falta alma misericordiosa. Más amigos de murmurar, juzgar, condenar y nos olvidamos del Padre nuestro y cuando lo rezamos miramos para otro lado: ¨PERDÓNANOS COMO NOSOTROS PERDONAMOS Y CON LA MEDIDA QUE MIDAMOS SEREMOS MEDIDOS¨.

P. FRANCISCO DOMINGO