La Escritura comienza hablando de Jesús, diciendo: « ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» (Mate o 2:2)
Y lo mismo: Mateo 27:) 1... "Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: « ¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Sí, tú lo dices.»
San Lucas nos presenta al Rey Crucificado que lleva al buen ladrón a su Reino.
La crucifixión del Señor la verdadera realeza. El título de la cruz: "Jesús Nazareno Rey de los Judíos" expresa una gran verdad y que se realiza en ese momento preciso de la crucifixión y muerte de Jesús.
El título de Rey aplicado a Cristo se encuentra de diferentes formas en la Escritura: Rey de los siglos, Rey de Israel, Rey de los Judíos, Rey de Reyes, Rey de los santos y Soberano de los reyes de la tierra.
El reinado de Cristo se expone en la Encíclica del Papa Pío XI publicada en 1925. El reinado de Cristo no se obtiene con violencia: "Posee Cristo soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni quitada a nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza"
El Papa Benedicto XVI ha señalado, como luan Pablo Il, que el reinado de Cristo no se basa en el "poder humano" sino por el amor y el servicio a los otros, el verdadero reinado no es mandar, imponer, abusar, aprovecharse del cargo.
Nos dice en el Prefacio de la fiesta: "consumará el misterio de la redención humana; y sometiendo a su poder la creación entera, entregará a tu Bondad Infinita un Reino eterno y universal, Reino de la verdad y de la vida, Reino de la santidad y de la gracia, Reino de la justicia, del amor y de la paz." este es el Reino de Cristo y no otro.
San Juan 6: 15, nos dice que no tenía interés en que sea reconocido rey que lo que quería era que "Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo". No buscaba lo que buscamos, el cargo, el puesto, la distinción. Buscaba al ser humano. No quería el poder, sino que le buscasen porque era el Mesías.
San Pablo llega a decir: "vivo yo, ya no soy quien vive, es Cristo quien vive en mí". Este es el reinado de Dios en nosotros. Pensar, amar, actuar, sentir, hablar, perdonar, servir. .. , como Jesucristo.
Es el único Reinado de Cristo, ser bastante parecido a Él. Aunque somos todos pecadores siempre hay tiempo para mejorar.
Todos somos un proceso de bondad, con marchas y contramarchas.
Pienso que buscamos otros reinos y reinados de nuestros intereses.
Estamos equivocados.
Me quedo, nuevamente, con las palabras de San Pablo: Filipenses 2,5: 'Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo" ... Si no nos identificamos con Cristo, el Reino de Cristo Rey no llegará al menos en nosotros.
Recopilación y comentario
P. Francisco Domingo
CREEMOS EN LA VIDA DESPUES DE LA VIDA
La mayor tristeza en este mundo es para los que no tienen esperanza.
Juan Pablo II decía que el cristiano es un hombre con esperanza. Los ateos, los que no tienen fe, los materialistas que niegan un más allá, que rechazan la existencia de Dios y creen que la creación es un azar, que creen que todo el universo, la naturaleza, las plantas, los animales y los seres humanos son fruto de la sola casualidad, carecen de toda esperanza: más allá de esta vida no esperan nada. A ellos no les queda sino creer que los que murieron ya no existen más, y que una vez muertos ellos mismos, se disolverán en la nada para no existir nuncajamás.
Creemos que se muere una sola vez.
Creer en la fe no es dudar sino estoy seguro pero no lo veo. El cristianismo, aleccionado por el Señor Jesús, fundado en su propia Resurrección, enseña que luego de la muerte habrá un juicio (ver Mt 25,31ss) y que quien sea hallado digno, participará de una resurrección para la vida eterna, en la plena comunión con Dios.
No puede existir la reencarnación. La fe en la resurrección choca de plano con, la creencia en la reencarnación, hoy cada vez más de moda. Los creyentes poco instruidos se engañan cuando piensan que esta creencia en la reencarnación es perfectamente compatible con las enseñanzas de Cristo.
Jesús no enseñó que tendremos vidas sucesivas, sino que enseñó claramente que moriremos una sola vez y resucitaremos una sola vez. Cristo jamás habló de que cada cual tiene que expiar en vidas sucesivas, sino del perdón de los pecados y de la reconciliación que Él ha venido a realizar mediante su Muerte en Cruz. Cristo jamás enseñó que cada cual "se salva" por sí mismo y que Él sólo era un "gurú", sino que Él es el Camino que conduce al Padre, el Salvador y Reconciliador del mundo.
En resumen, no puede ser verdaderamente cristiano quien acepta la doctrina de la reencarnación (ver Catecismo de la Iglesia Católica, números: 988-1014).
La muerte no es el final del camino. Ante el hecho de nuestra propia muerte o de la muerte de nuestros seres queridos no hay que temer. La muerte para el creyente es un paso: detrás de la muerte está Cristo. Él es la Resurrección y la Vida, y Él promete la resurrección y la vida eterna, plena y feliz, a quien crea en Él (verJn 11,25-26).
Recopilación y comentario: P. Francisco Domingo
Juan Pablo II decía que el cristiano es un hombre con esperanza. Los ateos, los que no tienen fe, los materialistas que niegan un más allá, que rechazan la existencia de Dios y creen que la creación es un azar, que creen que todo el universo, la naturaleza, las plantas, los animales y los seres humanos son fruto de la sola casualidad, carecen de toda esperanza: más allá de esta vida no esperan nada. A ellos no les queda sino creer que los que murieron ya no existen más, y que una vez muertos ellos mismos, se disolverán en la nada para no existir nuncajamás.
Creemos que se muere una sola vez.
Creer en la fe no es dudar sino estoy seguro pero no lo veo. El cristianismo, aleccionado por el Señor Jesús, fundado en su propia Resurrección, enseña que luego de la muerte habrá un juicio (ver Mt 25,31ss) y que quien sea hallado digno, participará de una resurrección para la vida eterna, en la plena comunión con Dios.
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
No puede existir la reencarnación. La fe en la resurrección choca de plano con, la creencia en la reencarnación, hoy cada vez más de moda. Los creyentes poco instruidos se engañan cuando piensan que esta creencia en la reencarnación es perfectamente compatible con las enseñanzas de Cristo.
Jesús no enseñó que tendremos vidas sucesivas, sino que enseñó claramente que moriremos una sola vez y resucitaremos una sola vez. Cristo jamás habló de que cada cual tiene que expiar en vidas sucesivas, sino del perdón de los pecados y de la reconciliación que Él ha venido a realizar mediante su Muerte en Cruz. Cristo jamás enseñó que cada cual "se salva" por sí mismo y que Él sólo era un "gurú", sino que Él es el Camino que conduce al Padre, el Salvador y Reconciliador del mundo.
En resumen, no puede ser verdaderamente cristiano quien acepta la doctrina de la reencarnación (ver Catecismo de la Iglesia Católica, números: 988-1014).
La muerte no es el final del camino. Ante el hecho de nuestra propia muerte o de la muerte de nuestros seres queridos no hay que temer. La muerte para el creyente es un paso: detrás de la muerte está Cristo. Él es la Resurrección y la Vida, y Él promete la resurrección y la vida eterna, plena y feliz, a quien crea en Él (verJn 11,25-26).
Recopilación y comentario: P. Francisco Domingo
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